El Papa Francisco jubila al obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Plà, cuando apenas se han cumplido dos meses después de que cumpliera los 75 años, edad preceptiva en la que los obispos deben presentar su renuncia, tal y como lo marca el Código de Derecho Canónico.
Esta decisión inmediata, teniendo en cuenta que en algunos casos el pontífice está demorando el cese de actividad hasta los 80 años, se interpreta como un movimiento de urgencia desde Roma en relación a la gestión y pastoreo del obispado madrileño. Máxime teniendo en cuenta que ni tan siquiera ha esperado para designar a un obispo que esté al frente de la diócesis del Este de la región.
Francisco directamente ha optado por designar al obispo auxiliar Jesús Vidal como administrador apostólico, o lo que es lo mismo, un pastor de transición llegado de fuera, cuando habitualmente esta figura podría haber recaído incluso en un vicario del equipo del ya emérito Reig Pla.
Alicantino de nacimiento, es miembro de la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida. Con su jubilación, la Iglesia española pierde en la primera línea a uno de los obispos que mayor atención mediática ha reclamado en los últimos años, por su posicionamiento en cuestiones vinculadas a la sexualidad, así como en relación a la llamada memoria histórica.
En varias ocasiones, el colectivo LGTBI ha lanzado la voz contra él. Por un lado, en 2012 le acusaron de provocación a la discriminación y al odio en su homilía del Viernes Santo, que emitió en directo La 2 de RTVE. Más adelante, tanto el Defensor del Pueblo como la Comunidad de Madrid, le investigaron por el presunto desarrollo de terapias para curar la homosexualidad. En ambos episodios, no hubo sanción alguna.