“La transparencia, así como la responsabilidad social, el compromiso con la justicia o el medio ambiente, el sano desenvolvimiento de las relaciones laborales, y tantas otras exigencias frente a la empresa contemporánea, son lógicas emanaciones de una comprensión ética tanto de la empresa como de la economía”. Así lo expresaban ayer desde Alveus, durante el Congreso SDB Change, celebrado en la Universidad Pontificia Salesiana (Roma) del 19 al 23 de septiembre.
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Durante su intervención en el congreso de los ecónomos salesianos de todo el mundo, Jorge Bolívar, socio fundador de Alveus, y Ramón de Meer, responsable de comunicación, han reflexionado acerca de la ética en la gestión financiera. Según expusieron, “Alveus nace con el firme propósito de evidenciar este vínculo en las relaciones financieras, pero de nada sirve presentar un sello de transparencia o compromiso medioambiental, si no existe una integridad que abarque no solamente las prácticas dentro y fuera de la empresa, sino su naturaleza misma”.
En su opinión, “la ética empresarial no se reduce, por tanto, a un conjunto de prácticas y normas, sino que debe transformar cómo entendemos nuestra labor económica, cómo la ponemos al servicio del bien común, y cómo reexaminamos nuestra identidad corporativa, nuestra finalidad y nuestra misma existencia a la luz de la razón última de toda empresa humana: hacer el bien”.
Alinear economía y misión
Para los expertos, “las congregaciones religiosas, especialmente, deben adecuarse a un bien que trasciende lo temporal, para poner en juego la voluntad de Dios y la misión divina que encarna cada carisma”.
Por eso, “no basta al ecónomo una formación en normativa y buena praxis, sino que se necesita de él, como de todo empresario, un profundo conocimiento humano de la realidad que nos rodea, cómo pide ser tratada, y cómo la cultura e historia que nos precede nos orienta y ayuda en nuestra labor y toma de decisiones diaria”, han señalado, para luego completar: “No desperdiciemos el bagaje cultural a la hora de hacer economía, y dejémonos guiar por lo humano y por lo bueno, y no solamente por lo útil”.
Antes de concluir su intervención, subrayaron que “más tiene que ver la gestión financiera con seres humanos, con la naturaleza humana y la exigencia del bien común, que con fríos números”. “Si no es evidente esta prioridad, de poco servirán nuestras prácticas, porque vacías, serán más cercanas al fariseo que cumple por agradar que al cristiano que, amando, cumple y agrada a quien de verdad importa”, han aseverado.