Ellas dignifican el empleo doméstico. Son las Religiosas de María Inmaculada, pero la firme decisión de su fundadora –santa Vicenta María– de dar respuesta a las trabajadoras del hogar ya a finales del siglo XIX les ha valido el sobrenombre de las Religiosas del Servicio Doméstico. Mujer navarra adelantada a su tiempo, acogía a mujeres que llegaban de los pueblos a Madrid y, tras caer enfermas, se quedaban sin hogar y sin recursos. Bebiendo de la fuente, el carisma hoy responde, sobre todo, a mujeres migrantes en riesgo de exclusión social.
- PODCAST: ‘Malinche’, de la utopía a la masacre y camino de vuelta
- ¿Quieres recibir gratis por WhatsApp las mejores noticias de Vida Nueva? Pincha aquí
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Desde Málaga a Gijón, pasando por Barcelona o La Coruña, las hermanas encuentran trabajo a las mujeres –en su mayoría latinoamericanas– que lo demandan gracias a sus 20 delegaciones repartidas por todo el territorio. En Pamplona –cuna de su fundadora–, cuentan con el Centro Social María Inmaculada, donde tienen programas de atención, formación y empleo. Y es que, además de gestionar la bolsa de empleo del servicio doméstico, sus proyectos son espacios de escucha, formación y encuentro.
Son parches
El 6 de septiembre, el Gobierno aprobó el derecho al subsidio por desempleo de las empleadas del hogar y empezarán a cotizar por este concepto desde el 1 de octubre. “Obviamente es una gran conquista”, señala a Vida Nueva Ángela Rodríguez Valiente, directora del Centro. “Las mujeres lo llevan pidiendo hace mucho tiempo. Pero las organizaciones, que trabajamos en red, vemos que no dejan de ser parches. Es un paso tener derecho a paro, pero las empleadas del hogar siguen estando en un régimen diferente al resto de trabajadores”, añade.
Esta laica, hija también del carisma legado por santa Vicenta, ve con positividad este logro para las mujeres con las que convive día a día. Sin embargo, no duda en pedir más, porque son “trabajadoras esenciales, como dijeron durante la pandemia, pero ahora no se les está valorando como tal”. Lo dice con tristeza, porque le duele que a veces no se tenga en cuenta que están ante personas.