Hace mil años Clemente II escribió a “su amada”, la diócesis alemana de Bamberg, por la sede de Pedro
“Ningún marido acarició una fidelidad más pura y un amor más ardiente por su esposa que Nos por ti. Nunca se nos ocurrió dejarte y adorar a otra”. En estos términos escribió el papa Clemente II a su “amada”, la diócesis alemana de Bamberg, en una carta del 24 de septiembre de 1047. El pontífice, que dejó la Iglesia local para convertirse en obispo de Roma se dirigió a su feligresía como “dulce novia”.
“Ni tan gran distancia de países ni tantos obstáculos impiden que Nuestra mirada interior te considere, amiga Nuestra, con todo el mayor amor y cuidado, y te rodee de protección por todos lados”, escribiría el pontífice poco antes de morir al recordar su paso como obispo, a la que se refiere como “su amada esposa Bamberg” y “su madre Roma”. De hecho, el pontífice volvería a Alemania para ser enterrado en la catedral de su diócesis de origen.
Esta carta la analizado el historiador Georg Gresser, de la Facultad de Teología de Colonia, y la considera una rareza entre los documentos históricos del segundo Papa de origen alemán cuyo pontificado solo duró unos 10 meses, según recoge katholisch.de. “La relación de un obispo con su diócesis se escenificó durante mucho tiempo como un matrimonio espiritual. El anillo del obispo se asemeja a una especie de alianza matrimonial, que pretende simbolizar el vínculo inquebrantable entre el obispo y la diócesis”, explica.
El historiador de Münster, Hubert Wolf, habla de la extensión de una concepción de “adulterio espiritual” por el hecho de abandonar un obispo una diócesis para ir a otra. Y es que esta cuestión fue discutida mucho tiempo por los canonistas. Sin embargo, hoy en día el traslado de un obispo de una diócesis a otra es la norma y sería muy complicado leer cartas como las del papa Clemente II.