El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, ha confirmado con palabras lo que evidencia con hechos: está en guerra total con la Iglesia. Y todo desde que, hace cuatro años, obispos, sacerdotes, religiosos y laicos apoyaran a los manifestantes contra su régimen, que califican de “dictadura”.
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Así, entre otras cosas, tras forzar la salida del obispo Silvio Báez, expulsar al nuncio Sommertag y a dos congregaciones religiosas, detener y mantener en arresto domiciliario al prelado Rolando Álvarez o cerrar muchos medios eclesiales, el presidente nicaragüense, en declaraciones recogidas por la televisión Telenica Canal 8, clamó ayer contra la Iglesia católica, a la que definió como una “dictadura perfecta, una tiranía perfecta”, en la que sus representantes no son elegidos “democráticamente” por el “voto de los católicos”.
Desde la Inquisición
Así, observó que una “historia terrible” marca a la Iglesia: “Han cometido miles de crímenes en el mundo”. Y todo desde “la inquisición, donde quemaban, asesinaban al que no pensaba como ellos”.
Además, para el mandatario centroamericano, los obispos caen en la hipocresía, pues “los oímos hablar de democracia y no practican la democracia”. De ahí que tenga una propuesta que hacer llegar a Roma… “Sería una revolución que al Papa lo eligiera el pueblo católico del mundo”.
Se define como católico
Así, pese a calificarse como “católico”, Ortega lamentó no sentirse “representado” por sus pastores. Y es que, ni más ni menos, que les achaca el intento de “dar un golpe de Estado” en su país. “¿Desde cuándo los curas están para dar un golpe de Estado? ¿Desde cuándo tienen autoridad para hablar de democracia?”, abundó indignado.
En esta línea, concluyó que “la Santa Iglesia Católica, quemando, matando, incinerando, persiguiendo, organizando cruzadas para asesinar a los que no compartían su credo, bendijo y dio una santa ordenanza a los conquistadores que invadieron nuestras tierras”.
Manchó a Cristo
Por ello, zanjó, estamos ante “una Iglesia que se corrompió, que denigró a Cristo, que manchó a Cristo”. Algo que habría sufrido él personalmente en 2018 cuando “algunos obispos y algunos sacerdotes, aprovechándose de su investidura, en vez de asumir una actitud cristiana, asumieron una actitud terrorista”. Y es que son “una banda de asesinos”.