El prefecto emérito para la Congregación de la Doctrina de la Fe, cardenal Gerhard Müller fue el invitado de honor en el primer día del XIV Congreso Mundial de las Familias que se celebra del 30 de septiembre al 2 de octubre en la Ciudad de México.
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Durante su participación, titulada ‘El hombre hecho a imagen y semejanza de Dios. Un manifiesto contra el nihilismo antropológico”, se refirió a algunos filósofos que se empeñan en anunciar la muerte de Dios y proclamar al superhombre, entre ellos, recientemente el historiador Yuval Noah Harari, quien con su libro ‘Homo Deus’, se ha convertido en “el gurú del llamado trans- y posthumanismo”.
Tras señalar que si bien este tipo de tesis suenan inteligentes y ágiles, y son sorprendentemente populares entre los políticos, el teólogo alemán aseguró que como historiador, “el propio Harari debería saber lo rápido que la visión de un ‘superhombre’ divino puede convertirse en un inhumano diabólico. El siglo XX lo ha demostrado de forma cruel”, afirmó.
El nihilismo antropológico
Müller definió teológicamente el llamado nihilismo antropológico: “si el hombre deja de ser una criatura a imagen y semejanza del Dios trino, se hunde en las profundidades del nihilismo antropológico, un término -dijo- que no es propio de Alemania, sino que es una tendencia recurrente”.
“Y con tendencia me refiero a los ideólogos de la ‘modernidad sin Dios‘, que conocen al hombre sólo como un capricho de los dioses míticos de antaño, como una coincidencia al azar de las fuerzas de la naturaleza jugando consigo mismos, como un organismo más complejo de la evolución o como un producto de la sociedad y de la historia o como una oferta del catálogo de bienes”.
Las consecuencias son graves
El cardenal Müller aseguró que las consecuencias concretas de todo esto son cuantiosas: en primer lugar, “el yo espiritual y corporal se disuelve vivencialmente en experiencias del yo que ya no pueden ser integradas, y en autodeterminaciones emancipadas que flotan en la superficie como flores acuáticas de varios colores, que son llevadas por la corriente sin lograr anclar sus raíces”.
Y continuó: “Pero entonces mi cuerpo tampoco es ya mi yo en su terreno material. Mi cuerpo sólo estaría ligado a mí de forma accidental, como un vestido que se puede volver a cortar y darle una nueva perspectiva”.
En este sentido, cuestionó que cada vez sean más las personas que se someten a un “Lifting” o “actualizado” su cara u otras partes del cuerpo. “Ya no es una moda de Hollywood, si no que estas pobres criaturas dignas de misericordia han caído -sin saberlo- en el nihilismo antropológico”.
El padre del nihilismo antropológico –profundizó el cardenal– es el orgullo de la criatura que quiere llegar a ser como Dios y quiere establecer la diferencia entre el bien y el mal, lo verdadero y lo falso por sí misma.
Finalmente, recordó que el cristianismo debe promover una civilización de la vida y desafiar la cultura del nihilismo antropológico, “que terminaría en el suicidio colectivo de la humanidad. El ateísmo es nihilismo. Su fruto es la muerte”.