La enérgica llamada a la paz en Ucrania, por la que en el ángelus de ayer, domingo 2 de octubre, Francisco llegó a implorar a Putin una negociación que aleje la posibilidad de un desastre nuclear, ha tenido distintos ecos en Rusia.
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Así, mientras el responsable de Relaciones Exteriores del Patriarcado, el metropolita Antonij, ha asegurado que las relaciones entre el Vaticano y el Patriarcado Ortodoxo de Moscú están “prácticamente congeladas”, el arzobispo de Moscú, Paolo Pezzi, ha querido ver un atisbo de esperanza.
Llamada sentida y profunda
En declaraciones a la agencia Sir, el prelado moscovita ha agradecido el gesto papal, alejado de la diplomacia y volcando el corazón: “Una llamada tan sentida y profunda solo puede provenir de una honda identificación con el corazón de Cristo y una intensa oración”.
Por ello, “creo que estas palabras no pueden dejar de llegar al corazón del presidente ruso, del presidente ucraniano y quizás de muchos otros. Al menos eso espero”.
Muy emotivo
En lo personal, Pezzi jamás olvidará el ángelus de ayer, dedicado íntegramente a clamar por la paz: “Fue muy emotivo para mí”.
Ahora, urge el siguiente paso: que, efectivamente, tenga eco en los mandatarios. Si no, “la situación es realmente preocupante. (…) El Papa no lo oculta. Tampoco nosotros debemos ocultarlo. Como dice el papa Francisco, la preocupación surge de una escalada que se percibe y de la falta de un camino que no se ha tomado hacia una desescalada. En la medida en que estas palabras tocan el corazón de muchos, esto puede cambiar el destino del mundo. No olvidemos que las fuerzas que mueven el destino de los pueblos son las mismas que mueven el corazón del hombre, por lo que todo depende realmente de cómo y cuánto se reciba este anuncio”.