Francisco advierte en su catequesis, centrada en la importancia de conocerse a uno mismo, que es necesario “protegerse de quien se presenta con palabras persuasivas para manipularnos”
En la audiencia general que presidió este miércoles en la plaza de San Pedro del Vaticano, en la que continuó con su ciclo de catequesis sobre el discernimiento deteniéndose en la importancia de conocerse a uno mismo, el papa Francisco destacó que debemos saber cuáles son “las contraseñas de nuestro corazón, aquello a lo que somos más sensibles, para protegernos de quien se presenta con palabras persuasivas para manipularnos”. También se consigue así “reconocer lo que es realmente importante para nosotros, distinguiéndolo de las modas del momento o de eslóganes llamativos y superficiales”.
Conocerse a uno mismo, en cualquier caso, “no es fácil”, reconoció el Pontífice, pues es algo que involucra “la memoria, el intelecto, la voluntad y los afectos”, de manera que resulta habitual que no sepamos discernir porque “no nos conocemos lo suficiente, y así no sabemos qué queremos realmente”. Existe además la tentación de “escondernos detrás de una máscara también frente a nosotros mismos”. Esta ignorancia sobre lo que somos “va a la par” del olvido de la presencia de Dios en nuestra vida.
Francisco recordó en la audiencia general lo “cansado” que supone conocerse a uno mismo: “implica un paciente trabajo de excavación interior”, requiriendo así la capacidad de “detenerse, de ‘apagar el piloto automático’, para adquirir conciencia sobre nuestra forma de hacer, sobre los sentimientos que nos habitan”. Exige igualmente distinguir entre las emociones y las facultades espirituales.
No hay que perder de vista tampoco que en la vida espiritual hay palabras que “tocan el corazón”. Son lo que el Papa llamó las “contraseñas”. “El tentador, es decir, el diablo, conoce bien estas palabras-clave, y es importante que las conozcamos también nosotros, para no encontrarnos ahí donde no quisiéramos. La tentación no sugiere necesariamente cosas malas, sino a menudo desordenadas, presentadas con una importancia excesiva”, dijo Jorge Mario Bergoglio, invitando a no dejarse “hipnotizar” por lo que pueda resultar atractivo en un inicio pero deja luego un sentido “de vacío y de tristeza”.
Una ayuda para realizar el discernimiento viene del examen de conciencia cotidiano, en el que se revisan los momentos vividos durante el día. Esta “buena costumbre” permite “releer con calma” y “aprender a notar en las decisiones que tomamos las cosas a las que les damos importancia”. “Sobre todo enseña a reconocer qué sacia el corazón”, dijo el obispo de Roma, que volvió a invitar a los fieles a que rezaran por “la martirizada” población de Ucrania. “Pidamos siempre al Señor el don de la paz”.