En el sesenta aniversario de Mensajeros de la Paz, el jurista y presidente de honor del despacho de abogados que lleva su nombre, Antonio Garrigues Walker, destaca del padre Ángel “su constante e intensa labor, siempre desde la humildad y las buenas formas”. Por eso, cuando tiene tiempo, “colaboro cada vez que me lo solicita… aunque es tan humilde y prudente que solo pide lo justo”.
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Si bien la ONG Premio Príncipe de Asturias de la Concordia se inició centrándose en niños y ancianos, su labor se ha ido ensanchando con el tiempo hasta “ocuparse de todos los desfavorecidos que su tiempo lo permite”, sin discriminación de condición, nacionalidad o necesidades.
Grandes dosis de humanidad
“He estado en la iglesia de San Antón y he sentido cómo se valora su enorme esfuerzo”, argumenta el jurista, que destaca una virtud del sacerdote: “La de no ponerse límites; el padre nunca lo hace”. Si le preguntamos cómo es el padre Ángel en la distancia corta, para aquellos que no le conozcan, Garrigues responde sin dudar que “se trata de una persona que transmite grandes dosis de humanidad, de ahí que sea un hombre de Iglesia que se ha salido de la norma” para conectar con personas de todo tipo de ideología y estatus social.
“Por todo ello me impactó el día que le conocí, puesto que es una persona especialmente empática”, señala. De lo que no le cabe la menor duda es que el sacerdote “seguirá haciendo su trabajo el tiempo que le quede de vida con la misma intensidad que lo ha hecho hasta hoy, algo que solo puede alegrarme de un modo profundo”.