En un gesto cargado de simbolismo, Álvaro Chordi, quien desde hace unas horas es el nuevo obispo auxiliar de Santiago de Chile, acudió a la ceremonia de su consagración episcopal, en la catedral metropolitana, andando desde su barrio de Yungay, en el que se ha configurado con los últimos. Los mismos que le han acompañado en tan especial peregrinación.
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En su emotivo discurso de agradecimiento tras la ceremonia, el misionero español describió esta honda experiencia humana y espiritual: “Yungay es un barrio patrimonial precioso. Ahí hay personas maravillosas. Ahí fui enviado a cuidar una porción del pueblo de Dios de nuestra Iglesia de Santiago. Llegué desolado y el Señor curó mis heridas con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza en la entrañable comunidad de san Saturnino y con mis hermanos migrantes, sobre todo haitianos de Fundación Frè. Estoy eternamente agradecido a mis amigos vecinos del barrio, que hoy han decidido acompañarme peregrinando desde nuestra parroquia. ‘Con un oído en el pueblo y otro en el Evangelio’ ha sido más que un lema pintado por los jóvenes en el muro frontal de la parroquia frente a la Plaza del Roto chileno. Es un modo de vida, un estilo de evangelización. Solemos decir que nuestra parroquia es el barrio. Y todos juntos, creyentes y no creyentes, hemos organizado la esperanza y aliviado el sufrimiento de nuestros vecinos y vecinas, especialmente adultos mayores, migrantes, personas en situación de calle y familias vulnerables. Por eso, el báculo que porto está hecho en el Museo Taller del barrio. ¡Gracias, Yungay!”.
“Dios me salvó”
Chordi, quien fuera consagrado sacerdote en la Diócesis de Vitoria (le ha acompañado su obispo, Juan Carlos Elizalde), ha destacado que “llegué como misionero a Chile hace siete años movido por una inquietud espiritual, buscando Nazaret, bajo la inspiración de san Carlos de Foucauld. Dios me desarraigó, me vació de mis seguridades y me acercó de corazón a mi pobreza y a los pobres. Él me salvó. Y me dio un pueblo que amar y servir, un pueblo digno y esperanzado, un pueblo sabio y profético, un pueblo diverso y sinodal”.
Muy emotiva ha sido la parte en la que ha recordado a sus padres: “Agradezco a mi padre y a mi madre que me transmitieran la fe en una hermosa y unida familia. Os confieso que lo que más me hizo dudar en mi discernimiento a este llamado fue renunciar a acompañarlos cotidianamente en su ancianidad. Sin embargo, aprendí de vosotros, papá y mamá, el maravilloso don de la generosidad, de anteponer las necesidades y anhelos de los demás frente a los propios. Si hoy estoy aquí, consagrado obispo, es porque me entregasteis fe y generosidad a raudales. Ese amor lo llevo en este anillo con el detalle del buen pastor que me habéis regalado”.
Con las comunidades Adsis
Tampoco ha faltado la referencia a las comunidades Adsis, de cuya espiritualidad bebe Chordi: “Un obispo español dijo que eran la mejor maqueta del Concilio Vaticano II. ¡Es posible! Con vosotros, hermanos y hermanas Adsis, casados, célibes y presbíteros, aprendí a ser yo mismo, a seguir a Jesús, a orar y vivir cada día en fraternidad, a amar con un corazón compasivo y samaritano, a crecer en humanidad. No tengo palabras para agradeceros lo que me habéis dado. Adsis es mi bienaventuranza. La mayor garantía de la plenitud de este ministerio recibido hoy es que siga siendo hermano Adsis, de otro modo, pero viviendo nuestro credo fundacional cada día de la vida. Así lo significa una cruz pectoral que vosotros me habéis regalado como signo visible de ser interior a la medida de Cristo”.
Desde este legado humano y espiritual, ha asegurado que “hoy renuncio a lo que más amo: mi familia, mi comunidad y mi parroquia. Como diría una buena amiga, renuncio a mucho de lo que me identifica, por un solo motivo: por el Señor de mi vida y de mi corazón. Quiero conocer, orar y amar al Pueblo de Dios encomendado. Quiero ayudar a unir y reparar las grietas aceptando que brillen las imperfecciones y mostrando la fuerza que nace de la debilidad. Quiero custodiar y ser testigo autorizado de la palabra que me ha sido confiada y que yo no he inventado. Quiero consolar a mi pueblo, traer buenas nuevas a los afligidos, vendar a los quebrantados de corazón, proclamar la libertad a los cautivos… Dios toma posesión de mí con una entrega total. Con la ayuda de Dios, hoy acepto morir con Jesús en la cruz por el pueblo de Dios que se me confía”.
Una nueva familia
Así, el misionero pamplonica es consciente de que “hoy recibo una nueva familia, una nueva comunidad, una parroquia más grande: la Iglesia de Santiago, bajo la sabiduría de nuestro pastor, don Celestino [Aós], auxiliándola en aquello que me solicite. Deseo transmitir un mensaje a mis hermanos presbíteros: me comprometo con vosotros a ser hermano de todos, sin excepción. Desde hoy, mi vida se une libre y sacramentalmente a las vuestras. Me dispongo a crecer en colegialidad, ayudando a restaurar la confianza, ayudando a asumir la corresponsabilidad, en la salud y en la enfermedad, ayudando a reparar los múltiples daños ocasionados, ayudando a levantar el ánimo y salir juntos a recorrer los caminos del Reino de Dios, de corazón y por gracia”.
A continuación, Chordi ha reconocido que “yo nunca me soñé obispo; mi madre parece que sí. Me imagino que la gracia sacramental recibida hoy me hará desearlo. Sta. Teresita del Niño Jesús decía que ‘siempre el Señor me ha hecho desear lo que me quería conceder. Él no sabría inspirar deseos irrealizables’. Rezamos juntos para que este Álvaro que ha sido elegido para el orden de los obispos no se transforme en quien no es ni se olvide de los jóvenes ni de los pobres”.
Ajeno al mundo clerical
Y es que “yo he crecido bastante ajeno al mundo clerical y a las estructuras eclesiásticas, pues he vivido en fraternidades laicas durante 30 años y me he movido más en las periferias de los jóvenes, de la educación, de los pobres, en contextos muy secularizados. Como bautizado, me inquieta el diálogo de la Iglesia con el mundo, en un mundo que ya cambió y ante el que hemos de dejar espacio a la duda y a la incertidumbre, a la búsqueda común, al diálogo que respeta, consensua y busca la verdad, a recorrer los caminos de reencuentro, con la humildad de quien sabe que pisa tierra sagrada”.
El nuevo auxiliar de Santiago, que ha pedido a sus hermanos en el episcopado chileno “que tengan paciencia conmigo y que no duden en corregirme con la dulzura de san Francisco de Sales y la mansedumbre de san José”, también ha tenido un recuerdo entrañable para “mi diócesis de origen, Vitoria, representada en mi obispo, don Juan Carlos”. Tras agradecerle “su cercanía y apoyo”, ha destacado que “me conforta contar con la oración de mis hermanos alaveses. Guardo gratos recuerdos de vosotros, de mi querido País Vasco. Que la Virgen Blanca acompañe este caminar que hoy inicio y me convierta en el pastor que esta Iglesia de Santiago necesita”.
Más Franciscos y más Guidos
Finalmente, Chordi ha compartido “una experiencia reciente. Quise visitar Asís antes de mi ordenación, aprovechando el curso de nuevos obispos organizados por la Santa Sede. Visité el santuario de la Expoliación, donde Francisco se despojó de su ropa quedando desnudo ante todo el pueblo. Entonces el obispo Guido le tapó con su manto, le cuidó y le protegió hasta su muerte. En aquella ocasión, carisma e institución fueron de la mano, se apoyaron y se nutrieron mutuamente. Yo deseo esto para nuestra Iglesia de Santiago y de Chile: más Franciscos y más Guidos. Y siempre de la mano, buscando la voluntad de Dios a construir junto su Reino”.
Fotos: Nibaldo Pérez Ramírez