En la audiencia general presidida en la plaza de San Pedro del Vaticano, Francisco recuerda a las víctimas de los últimos bombardeos rusos y pide la paz para Ucrania
El papa Francisco continuó en la audiencia general de este miércoles su ciclo de catequesis sobre el discernimiento deteniéndose en “el deseo”, un “ingrediente indispensable” que no consiste en “las ganas del momento”, sino que se trata de la búsqueda de “un punto de referencia que orienta el camino de la vida”. Recordando el origen latino del término, que significa “la falta de estrella”, destacó cómo se evoca así “un sufrimiento, una carencia, y al mismo tiempo una tensión para alcanzar el bien que falta”. Es por ello que consideró el deseo “la brújula para entender dónde me encuentro y dónde estoy yendo”.
Pese a los “obstáculos y fracasos” que puedan surgir, el deseo no se sofoca, sino que se hace “todavía más vivo en nosotros”. “El deseo te hace fuerte, valiente, te hace llegar al objetivo”, dijo el Pontífice en su alocución en la plaza de San Pedro del Vaticano ante miles de fieles y peregrinos, advirtiendo que los lamentos son “un veneno para la vida”, un “casi pecado que no deja crecer el deseo”.
Jorge Mario Bergoglio subrayó cómo a menudo es precisamente el deseo el que “marca la diferencia entre un proyecto exitoso, coherente y duradero, y las mil ambiciones y los tantos buenos propósitos de los que, como se dice, está empedrado el infierno”. Debe también el deseo superar la “atrofia” que puede producir la aparente “máxima libertad de elección” que ofrece nuestra sociedad.
“Estamos bombardeados por miles de propuestas, proyectos, posibilidades, que corremos el riesgo de distraernos y no permitirnos valorar con calma lo que realmente queremos”, señaló el obispo de Roma. Son de hecho muchas las personas que “sufren” porque no saben qué hacer con su vida. “Probablemente nunca han tomado contacto con su deseo profundo. De aquí el riesgo de transcurrir la existencia entre intentos y expedientes de diversa índole, sin llegar nunca a ningún lado, o desperdiciando oportunidades valiosas”.
En su saludo a los fieles en distintos idiomas en la parte final de la audiencia general, el Papa volvió a dedicar unas palabras a los habitantes de Ucrania, a los que “lleva en el corazón”. Recordó en particular a los vecinos de las ciudades bombardeadas en los últimos días por Rusia y prometió oraciones por ellos, deseando que el Señor “pueda transformar el corazón de quienes tienen en sus manos el destino de la guerra, para que cese la violencia y se pueda reconstruir una convivencia pacífica y en justicia”.