“Los discípulos de Jesús, después de su Ascensión, comenzaron a reunirse en el Cenáculo. Todos ellos están unidos ‘con un solo corazón’. También nosotros estamos llamados a encontrarnos y permanecer unidos, a volvernos hacia los demás, a dejarnos interpelar por las preguntas de nuestros hermanos, a ayudarnos y enriquecernos en la diversidad de carismas, vocaciones y ministerios”. Así comenzaba el Papa su discurso a los participantes de las Jornadas Pastorales de las comunidades católicas francófonas del mundo, reunidos hoy en Roma para reflexionar “sobre el proceso sinodal de la Iglesia”.
- PODCAST: Testigos hasta el extremo
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
“Fortalecidos por nuestras diferencias culturales, por las diferencias en el enfoque de la fe, nos convertimos en expertos en el arte del encuentro”, ha continuado Francisco, subrayando la importancia del “arte de conocer”. “El Evangelio está lleno de estos encuentros con Jesús que elevan y sanan”, ha dicho. Pero “el encuentro requiere apertura, valentía, disponibilidad para dejarse interpelar por la historia del otro”.
Asimismo, y siguiendo con el relato de los Hechos de los Apóstoles, el Papa ha recordado que “también es importante señalar que los discípulos se reúnen para orar asiduamente”. “La oración, que descuidamos con demasiada frecuencia y que es necesaria para escuchar lo que el Espíritu quiere decir a la Iglesia”, ha apostillado.
Escuchar a Dios
En este sentido, Francisco ha recordado que “el Sínodo es un camino de discernimiento espiritual, de discernimiento eclesial, que se realiza sobre todo en la adoración, en la oración, en el contacto con la Palabra de Dios, y no a partir de nuestra voluntad, nuestras ideas o nuestros proyectos“. Por ello, la sinodalidad “presupone la escucha: debemos desarrollar la escucha en la Iglesia”, porque “es así como Dios nos muestra el camino a seguir, haciéndonos salir de nuestros hábitos, llamándonos a tomar nuevos caminos”.
“Necesitamos escuchar a Dios hablándonos, y no solo escucharlo de manera distraída”, ha aseverado el Papa. “Es la escucha de su Palabra la que nos abre al discernimiento y nos ilumina. Si no está en el corazón y en la base de la sinodalidad, corremos el riesgo de reducir este tiempo de gracia a otro encuentro eclesial, o a una entrevista de estudio, o a una especie de parlamento”, ha añadido.
Por este motivo, “el Sínodo no es un parlamento, es otra cosa: un momento de gracia, un proceso guiado por el Espíritu que hace nuevas todas las cosas, que nos libera de la mundanidad, de nuestras clausuras, de nuestros esquemas pastorales repetitivos y del miedo. Nos llama a preguntarnos qué nos quiere decir Dios en este tiempo, hoy, y en qué dirección nos quiere llevar”.