Con 100 años de edad, cumplidos el 1 de enero de 2022, don José de Jesús Sahagún de la Parra es considerado el segundo obispo más longevo del mundo, después de John Bai Ningxian, obispo de Sanyüan (China).
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Es obispo emérito de Ciudad Lázaro Cárdenas y el único obispo mexicano vivo que fue padre conciliar en el Concilio Vaticano II; de hecho, apenas el pasado 8 de septiembre celebró su 61 aniversario de ordenación episcopal; es decir, apenas había transcurrido poco más de un año de haber sido ordenado cuando iniciaron los trabajos del concilio.
Y es que fue hace 60 años, el 11 de octubre de 1962, cuando el papa Juan XXIII inauguró en en la Basílica Vaticana los trabajos de este importante acontecimiento eclesial, en el que participaron dos mil 400 padres conciliares de todo el mundo, entre ellos también los obispos mexicanos José de Jesús Sahagún, Jesús García, Carlos Quintero, José Guadalupe Padilla, José Trinidad Sepúlveda y Anselmo Zarza Bernal.
En particular, Sahagún de la Parra participó en las sesiones uno, dos y cuatro, siendo en ese tiempo obispo de la diócesis de Tula, en el estado de Hidalgo.
El lema episcopal de Sahagún de la Parra es: “Que todos sean uno”. Esa Iglesia particular reconoce el trabajo de su pastor sobre todo en lograr comunidades cristianas comprometidas con el desarrollo integral de los pueblos; promover las comunidades eclesiales de base; formar agentes de pastoral para la Evangelización y dar atención particularmente a indígenas y al seminario, en concordancia del Concilio Vaticano II.
Vivir en paz
José de Jesús Sahagún de la Parra nació el 1 de enero de 1922 en la localidad de Cotija, estado de Michoacán, y fue ordenado sacerdote el 26 de mayo de 1946 en Zamora, en el mismo estado mexicano, diócesis en la que ahora reside.
Fue nombrado obispo de la diócesis de Tula el 22 de mayo de 1961, cargo que asumió el 8 de septiembre de 1961.
El 11 de septiembre de 1985, Sahagún de la Parra fue nombrado obispo de la diócesis de Ciudad Lázaro Cárdenas, cargo que dejó el 3 de mayo de 1993.
Actualmente es atendido por hermanas diocesanas de Nuestra Señora de los Ángeles, quienes afirman que el obispo emérito mantiene en general un estado de salud estable.
En una eucaristía concelebrada en su domicilio en el marco de sus 100 años de vida, el obispo hacía énfasis en la importancia de vivir en paz porque “Dios nuestro Padre nos dio una vida enormemente grande, la capacidad de pensar y comprender qué nos hace bien y qué nos hace mal; nos dio la capacidad de amar a Cristo, a nuestros familiares, amigos y a nosotros mismos”.