Javi Martín, del mítico programa ‘Caiga quien Caiga’, relata en su libro ‘Bipolar y a mucha honra’ (Espasa) cómo es vivir con una enfermedad que estuvo a punto de llevarle al suicidio. En la actualidad, totalmente recuperado, podemos verle en ‘Sueños de un seductor’, en el Teatro Reina Victoria de Madrid. Por si ello fuera poco, da clases de teatro en la Asociación la Barandilla a personas con trastornos mentales graves y charlas sobre salud mental en la Fundación Adecco.
PREGUNTA.- Ha escrito un libro sobre depresión y suicidio plagado de humor, ¿es el único modo de contar su experiencia sin asustar… ni asustarse?
RESPUESTA.- Hay muchas maneras de contarlo y de afrontarlo, pero para mí el humor es una manera de sanar los dramas del pasado. Si te ríes de ello, ya no te afecta tanto.
P.- ¿Lo ha hecho con ánimo de ayudar?
R.- Sí, para que la gente tenga un referente de cómo hacer ciertas cosas y qué es lo que me ayudó a mí.
P.- ¿Qué le diría a alguien que le acaban de diagnosticar?
R.- Les diría que las cosas irán mejorando, que su calidad de vida no se tiene por qué ver alterada por el trastorno y que, con terapia, medicación y saberse cuidar, se puede llevar una vida muy estable.
P.- ¿En qué modo ha cambiado su vida?
R.- Me lo tomo con naturalidad, pero siempre estando atento, que no preocupado, a los posibles cambios de ánimo. Me tomo la medicación entendiendo que es buena para mí. No es algo en lo que esté pensando todo el rato y sigo llevando la misma vida que llevaba antes, solo que ahora me cuido mucho más. (…)
P.- Dice que del suicidio le salvó el amor. ¿Cómo fue?
R.- En el momento en el que quise quitarme la vida pensé en mi marido y en la gente que me quiere y resistí, porque no quería causarles ese daño. Pero hay mucha gente que tiene ese amor o más y no consiguen resistir ese sufrimiento… y lo entiendo porque ese dolor es inexplicable.
P.- Y la fe, ¿ayuda?
R.- Soy muy espiritual, digamos que yo tengo mi propia fe, con mis normas… pero tener esperanza es de las cosas que más fuerza te pueden dar en la vida. Perdí la esperanza un tiempo y casi termino con mi vida. (…)