“El Concilio Vaticano II renace en el camino sinodal. Pero este debe empoderarse o no habrá camino sinodal, pues el Concilio lo fue porque se empoderó”. Así de rotundo se ha mostrado el moralista Marciano Vidal en las jornadas ‘Acoger la sinodalidad, a los LX años del inicio del CVII’.
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El acto, impulsado por el Instituto Superior de Pastoral, adscrito a la Universidad Pontificia de Salamanca, y el Aula Rovirosa-Malagón, de la Fundación Guillermo Rovirosa-Tomás Malagón, ha contado también con la presencia del cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro; la presidenta de la HOAC, Mª Dolores Megina; y el director del Instituto Superior de Pastoral, Lorenzo de Santos.
El sacerdote redentorista, ordenado solo una semana después del inicio del Concilio, ha reflexionado sobre el “gran acontecimiento eclesial del siglo XX”, un acontecimiento que, según él, “difícilmente se repetirá”, ha explicado tras ser presentado por Ignacio Mª Fernández, profesor del Instituto Superior Pastoral, que ha afirmado que “no se puede entender el Concilio sin el deseo de una Iglesia abierta de Juan XXIII”.
Centrándose en los tres primeros años del Vaticano II (1962-1965), Vidal ha señalado que el Concilio surgió de un “efecto personal” de Juan XXIII, fue “una intuición, mezcla de deseo y de inconsciencia” de un Papa que “apostó por el riesgo”. Por tanto, aunque lo culminara Pablo VI, “lleva la impronta” de Roncalli.
El empoderamiento del Concilio Vaticano II
En relación al “empoderamiento” del Vaticano II, el moralista ha señalado, para que se entienda, que se empoderó porque “se fue haciendo a sí mismo”, aunque “le costó mucho, pues vivió un “lento pero imparable empoderamiento”.
En cuanto a la preparación del Concilio, Vidal ha dicho sin tapujos que “la preparación fue un desastre, porque estaba dirigido por la Curia romana y ni siquiera la mejor, sino la más de acuerdo con el Santo Oficio”. Por ello existieron esas “tensiones iniciales y continuadas entre la Curia y la dirección del Concilio e, incluso, entre la dirección y Pablo VI”.
Asimismo, ha añadido que “la Curia romana siempre estuvo en contra del Concilio Vaticano II. Esperaban que pasara y el poder volviera a ellos, pero, gracias a Dios, no fue así y hubo un cambio en la Iglesia”.
El profesor se ha acercado también a los subrayados teológicos en los documentos del Concilio –decretos, constituciones, declaraciones, etc.–. En este sentido, ha apuntado la necesidad de “conocer las teologías progresistas previas para ponderar la teología del Concilio Vaticano II”.