“Quiero animaros es en vuestro propósito de mayor pobreza, tanto de espíritu como de bienes, para estar más disponibles para Señor, con todas vuestras fuerzas, con las debilidades y con los florecimientos que Él os da”. Así se ha dirigido hoy el papa Francisco a los participantes en el Capítulo General de los Cistercienses de la Común Observancia, a quienes ha recibido en audiencia en el Vaticano.
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Así, el Papa ha reflexionado acerca de la “observancia común” que describe a esta congregación. “Observar a Jesús”, ha dicho, “como un niño que observa a su padre, o a su mejor amigo. Observad al Señor: su manera de hacer las cosas, su rostro, lleno de amor y de paz, a veces indignado ante la hipocresía y la clausura, y también turbado y angustiado en la hora de la pasión”. Y esto viendo hacerlo juntos, no individualmente, haciéndolo en comunidad Hazlo cada uno a su ritmo, ciertamente, cada uno con su historia única e irrepetible, pero juntos.
En comunión
“No es fácil para nosotros ir juntos en comunión”, ha reconocido Francisco. Sin embargo el don de “ser su comunidad, tal como somos, no perfectos, no uniformes”, solo puede “llenarnos de alegría al ser convocados, implicados, llamados a ser y caminar juntos detrás de nuestro Maestro y Señor”.
Esto, a su vez, “implica un compromiso constante de conversión de un yo cerrado a uno abierto, de un corazón centrado en uno mismo a un corazón que sale de sí mismo y se encuentra con el otro”. Y esto, “por analogía, también se aplica a la comunidad: de una comunidad autorreferencial a una comunidad extrovertida, en el buen sentido de la palabra, acogedor y misionero”.