El próximo domingo la Iglesia celebra el DOMUND, la Jornada Mundial de la Misiones, que este año tiene como lema ‘Seréis mis testigos’. Para José María Calderón, director de Obras Misionales Pontificias (OMP), urge reforzar que “todos los cristianos somos misioneros y apóstoles de Jesucristo”.
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Así lo manifestó durante la rueda de prensa de la campaña de sensibilización más relevante de la Iglesia, tal y como lo demuestra el hecho de que el Fondo Universal de Solidaridad de la Santa Sede, que en 2021 se alimentó con 63,6 millones de euros en aportaciones. España, solo por detrás de Estados Unidos, es el país que más aporta a las misiones con 12,9 millones. Al hilo de esta cuestión, Calderón comentó que “gracias a Dios, a pesar de la pandemia y las diversas crisis que hemos atravesado, nos estamos manteniendo en torno a los 15 millones de euros de recaudación a través de todas las jornadas”.
Gracias a la ayuda de los españoles se han podido financiar 453 proyectos en 74 países, que van desde el sostenimiento general, la catequesis, construcciones, vehículos… Además, nuestro país es el que cuenta con más misioneros en activo: unos 10.000. “Son mayoría de mujeres, porque ellas son más generosas”, apostilló el director de OMP, que mostró su preocupación por la falta de relevo generacional por la crisis demográfica y la falta de conciencia eclesial ante la vocación ‘ad gentes’. “Necesitamos ayuda para que los sacerdotes, religiosos y laicos tomen conciencia de que la vocación a la misión es necesaria hoy como ayer. A veces a los obispos les cuesta un poco y hay que insistir”, añadió.
Vocación ‘ad gentes’
“Hay que hacer misión en Sevilla y en Alicante, pero también en Etiopía y en Chad. No podemos perder el ardor por la evangelización”, insistió Calderón, que subrayó la necesidad de combinar acción y oración. Junto a él, en el acto de presentación del Domund, celebrado en el Palacio de Cristal de Arganzuela, tomaron la palabra dos misioneros ‘ad gentes’, Ximena Cabezas y Paul Schneider.
Ximena Cabezas, misionera chilena de Cristo Jesús, se mostró convencida de que “yo soy testigo del Evangelio, porque antes vi a otras testigos, otras misioneras cercanas, humanas, vecinas… Su testimonio me impactó y forjó mi vocación”. Dedicada actualmente a la animación misionera en España, ha vivido durante 25 años entre Congo, Chad y Camerún, además de países latinoamericanos como Bolivia. “Siempre salgo llorando del país que salgo, porque me encariño de los lugares y amo a la gente donde estoy destinada”, expuso.
Pegados a la tierra
“El mensaje de Jesús no puede ir separado de la vida diaria, de lo concreto, con los pies en la tierra”, expuso sobre cómo su entrega africana se ha traducido en proyectos de promoción de la mujer, fundamentalmente musulmanas. “Allí no estamos en peligro por ser musulmanes o cristianos, sino por ser seres humanos que creemos en la paz”, defendió sobre la estigmatización del islam.
Por su parte, Paul Scheinder, sacerdote norteamericano perteneciente a la diócesis de Getafe y de misión en Etiopía, confesó que “llevo cinco años allí, pero me da la sensación de que todavía estoy empezando”. En este país africano de mayoría musulmana y con una presencia ortodoxa significativa, los católicos apenas representan a un uno por ciento de la población.
Valientes y afortunados
“Mi padre me influyó muchísimo en mi vocación misionera, admiraba a los misioneros y me contagió una sensibilidad hacia la pobreza y hacia la gente que viven en situación de conflicto. Me hablaba de Chiapas y de Biafra”, expuso Paul, que subrayó cómo “en el imaginario, el misionero se ve como alguien generoso y valiente, pero yo me siento un afortunado porque estoy cumpliendo el sueño de mi vida”.
