El papa Francisco ha recibido hoy en el Vaticano a los participantes en el capítulo general de los Misioneros de Mariannhill, el cual coincide, tal como ha subrayado el Pontífice, con el centenario de una congregación que “pretende continuar, en medio de los desafíos del tiempo presente, el celo por la evangelización que inspiró al Abad Franz Pfanner y a sus compañeros trapenses a poner los cimientos de su apostolado particular”.
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El tema del Capítulo ‘Solidaridad: llamada a tener un solo espíritu y una sola finalidad’ ha resultado, para el Papa, y a la luz del camino sinodal emprendido por la Iglesia universal, de “especial importancia”. “Este camino eclesial pretende favorecer la comunión, la participación y el compromiso misionero de todos los bautizados, a través de un proceso de discernimiento espiritual centrado en el encuentro, la escucha y la reflexión, para alcanzar una apertura cada vez mayor a la novedad del Espíritu y a sus sugerencias”, ha explicado.
Sentido de corresponsabilidad
Por ello, “un elemento esencial del camino sinodal es el desarrollo de un mayor sentido de corresponsabilidad de los fieles laicos por la vida y el futuro de la Iglesia”. En este sentido, el Papa ha recordado como esta congregación ha mostrado “desde el principio, la predicación del Evangelio ha ido acompañada del compromiso de animar las vocaciones indígenas, de promover el desarrollo humano integral en las comunidades locales y de desarrollar un espíritu de corresponsabilidad por el bien común”.
“Mientras perseveráis en vuestro empeño por llevar adelante esta unidad y solidaridad al servicio del Evangelio, os animo a cultivar una constante conversión pastoral, que se exprese en todas las dimensiones de la vida y actividad de vuestra congregación, desde el sacerdocio y formación espiritual de los laicos a la planificación concreta de proyectos apostólicos”, ha dicho Francisco, subrayando que “si la sinodalidad a la que está llamada la Iglesia en nuestro tiempo implica caminar juntos y escuchar juntos, seguramente la primera voz que debemos escuchar debe ser la del Espíritu Santo”.