“El grito por la paz”. Este ha sido el lema elegido para el nuevo foro creado por la Comunidad de Sant’Egidio entre religiones y sociedad civil que reúne a diferentes personalidades desde este domingo, 23 de octubre, hasta el marte 25 en Roma. La inauguración, que se ha celebrado en el auditorio de ‘La Nuvola’ a personalidades tan variadas como el presidente de la república italiana, Sergio Matarrarella; el presidente francés Emmanuel Macron; junto a una refugiada ucraniana; el cardenal Matteo Zuppi, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana; el rabino jefe de Francis, Haïm Horsia; o el secretario general de la Liga Mundial Islámica, Shaykh Muhammad bin Abdul Karim al-Issa.
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Una visión profética
En su intervención, Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de Sant’Egidio, presentó el encuentro como una reunión de “líderes y creyentes de varias religiones con humanistas laicos, no cerrados en un laboratorio, sino frente a los escenarios del mundo, frente a la guerra”. “Las religiones no son fósiles que la modernidad y el pensamiento científico terminarán por enterrar, como creía gran parte del pensamiento público occidental. Son organismos vivos: recogen los anhelos de comunidades arraigadas en las tierras, que están cerca del dolor, de la alegría y del sudor de las personas”, reivindicó el historiador.
Si bien, Riccardi lamentó que “algunas comunidades religiosas se han cerrado y, aquejadas de autosuficiencia, se han separado de la historia común”. Ante esto, propuso “una imaginación alternativa que dibuje una visión de paz ante pensamientos cansados y resignados”. “Esta situación lleva a imaginar visiones de paz con mayor audacia. Una imaginación profética o poética –una visión, al fin y al cabo– es muy necesaria en un tiempo encajonado entre pocas alternativas”, reclamó.
Abrir nuevos caminos
Por su parte, Mattarella reivindicó que “Europa no puede permitirse el lujo de caer prisionera de la precariedad, incapaz de cumplir su papel natural de garante de la paz y la estabilidad”. Reivindicando el “espíritu de Asís” el presidente advirtió el desaliento que puede surgir “ante un presente tan inquietante, con la proliferación de conflictos en tantas partes del mundo, con una guerra que vuelve a teñir de sangre a Europa, uno estaría tentado de pensar que la humanidad es incapaz de aprender de sus errores, que hemos perdido esa memoria colectiva que debería guiarnos y evitar que cometamos los mismos trágicos errores”.
“El reto es siempre el mismo: crear caminos hacia la paz con perseverancia, mediante un compromiso colectivo de la comunidad internacional que valore el diálogo, las negociaciones, el uso de la diplomacia en lugar de las armas”, reclamó Mattarella a los participantes como parte del “patrimonio de Europa”. “La paz no puede lograrse exaltando la guerra y la voluntad de poder”, reivindicó interpelando a las autoridades internacionales. “Tenemos que saber recoger el grito de sufrimiento y el grito de paz que viene de las mujeres y los hombres del planeta, para traducirlos en actos concretos que den fuerza a un compromiso compartido y traduzcan la esperanza común en realidad”, concluyó.
Alrededor de una mesa
Macron sorprendió a los presentes con una confesión personal: “Me he esforzado por dialogar con el presidente Putin” pero “la respuesta de cómo hemos llegado a este punto no la tengo”, y “cada día me hacía esta pregunta: ¿cómo nos hemos metido en este túnel? Ahora ya solo hablamos de ‘victoria’, de ‘derrota’, aceptar que estamos tan fuera de tiempo y hablar de paz es algo grande. Y por eso he venido hoy”. Para el presidente francés “hablar de paz hoy, pedir la paz hoy, puede ser quizás insoportable para los que luchan por su libertad. Y tal vez algunos lo consideren una traición”. Por ello Macron instó a no dejar que “la paz sea hoy capturada por el poder ruso” y reivindicó que esta ¡es posible”.
“Permanecer neutral significaría aceptar el orden mundial del más fuerte, y no estoy de acuerdo con esto”, fue alguna de las advertencias de Macron. Para el líder galo “la paz no puede ser la consagración de la ley del más fuerte, ni un alto el fuego que marque el estado de las cosas”. “La paz se construirá con la otra parte, que hoy es el enemigo, alrededor de una mesa, y la comunidad internacional estará allí”, reclamó. Macron también denunció que “la Iglesia ortodoxa está siendo manipulada por Rusia”.