El arzobispo de Boston interviene en las Jornadas de Teología de la universidad de la Conferencia Episcopal Española dedicadas a “la oración en un mundo sin Dios”
El cardenal capuchino Sean P. O’Malley, arzobispo de Boston y responsable de la comisión pontificia que vela por la estrategia contra los abusos a menores en la Iglesia católica, ha sido ponente de excepción en las Jornadas de Teología que la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA) celebra en su sede central los días 25 y 27 de octubre de 2022. Su ponencia, “Orar en un mundo que sufre” está dentro del motivo central de las jornadas convocadas en torno al tema “La oración en un mundo sin Dios”.
El cardenal, buen conocedor por sus estudios de doctorado, de los autores místicos españoles y que es conocido por labor de acompañamiento a las víctimas de abusos por las diócesis en que ha pasado y por la puesta en marcha de protocolos de prevención y denuncia, ha expuesto en Salamanca la relación entre oración y sufrimiento. Un tema que comenzó desarrollando a partir de los sufrimientos de los jesuitas durante la persecución en Japón. “En tiempos de dolor los católicos a menudo han recurrido a las novenas”, señaló recordando su tiempo de formación cuando sufrió un huracán.
También relató como en 2003, tras la crisis de abusos vivida en la diócesis de Boston por el encubrimiento y los hechos conocidos, organizó una novena penitencial antes de la fiesta de pentecostés en las nueve comunidades con los peores casos de abusos. Estas celebraciones en esos templos incluían la escucha de testimonios y “siempre concluíamos el servicio con los obispos y sacerdotes presentes postrados en el suelo en gesto de dolor y penitencia”. Algo que también se hizo en Dublín donde fue enviado como visitador apostólico. “Algunas víctimas regresaron a la Iglesia y contribuyeron a la sanación de la archidiócesis”, señaló, destacando la importancia de “ritualizar el dolor de las personas y expresar la misericordia de Dios”.
El cardenal también ha descubierto otras formas de sufrimiento en su trabajo con los fieles hispánicos en la diócesis de Washington. En medio de este sufrimiento encontró también testimonios de oración e intensa vida interior. Por eso denunció que la ciencia y la tecnología no se pongan al servicio de las personas. Frente a quienes evitan el dolor con conductas irresponsables y la aniquilación de los cuerpos, el cardenal destacó el “dolor en el alma” al que Jesús dedica una parte importante de su ministerio.
La “primera prioridad en la gestión de su tiempo en Jesús son el cuidado de los enfermos las obras de misericordia”, señaló citando al cardenal Martini. Jesús, añadió, viene nosotros como “el sirvo sufriente” que se muestra en el “desconcertante símbolo de la cruz”, convertida por Él en símbolo de victoria y esperanza. Ahí se muestra la relación del sufrimiento de Dios que se descubre en él oración como experiencia significativa.
“La oración es necesaria para todo creyente que espera salvarse”, afirmó O’Malley. “La cruz es una espada de dos filos; sin oración trae muerte y destrucción, pero con oración se convierte en algo vivo y vivificante”, reclamó. Por ello rechazó aquello de los que dicen que su trabajo es su oración, invitando a llevar una auténtica vida de oración profunda que inspire la propia labor u otras cuestiones como dar sentido al celibato o al propio ministerio. “Necesitamos la fuerza que provine de la vida interior para ayudar a otros a llevar su cruz”, reclamó frente a quienes viven como Simón de Cirene ayudando a llevar la cruz de mala gana. De hecho, destacó que san Francisco de Sales llamaba al sufrimiento “el octavo sacramento”.
Tras destacar la fuerza de los salmos bíblicos como elemento de la oración personal y de la Iglesia, el cardenal destacó el papel que tiene el sufrimiento en ellos y su continua invitación a esperar en el Señor, que se nos presenta también como “maestro de oración” para rezar con humildad y con fe. Ejemplo de esto es la misma oración del Padre nuestro, añadió. La propuso como una “oración también para afrontar el sufrimiento y la pérdida” inspirando confianza en nuestro Padre amoroso. La disposición a que se haga la voluntad del Padre, comentó, es una clave para afrontar estas situaciones. Algo que, ejemplificó, san Francisco de Asís vivió intensamente en su vida con el “expolio” de sus vestiduras ante su padre o al leer “el libro de la cruz”. “Debemos aprender a mirar a Jesús crucificado y saber que él nos ama”, invitó, porque la cruz “conduce a la Resurrección al sabernos amados”. Algo que, concluyó, san Carlos de Foucauld y ha expresado en su oración del abandono.