El Documento para la Fase Continental del Sínodo de la Sinodalidad (‘Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión’) ya está aquí. ¿Su principal conclusión? La Iglesia debe renovarse, y hacerlo profundamente, sin maquillajes que disimulan imperfecciones durante un corto periodo de tiempo. El Vaticano ha presentado hoy, en una conferencia de prensa, el texto, que es el resultado de los resúmenes resultantes de la consulta al Pueblo de Dios en la primera fase (diocesana) y que ahora estará en diálogo y discernimiento de las Asambleas sinodales continentales (enero-marzo 2023).
“El Documento es una restitución fiel de los resúmenes. Para todos fue una sorpresa escuchar cómo, a pesar de la diferencia de sensibilidad, el Pueblo santo de Dios converge en pedir una profunda renovación de la Iglesia”, ha afirmado el cardenal Mario Grech, secretario general de la Secretaría General del Sínodo.
Según Grech, “el contenido del Documento es el testimonio evidente del proceso en curso en la Iglesia. Los resúmenes atestiguan que, donde se realizó la consulta, ha dado abundantes frutos. La sorpresa del grupo que colaboró en la lectura de los resúmenes y redacción del Documento es la singular convergencia en muchos puntos de aportes provenientes de contextos eclesiales y culturales muy diferentes”.
Sobre los meses venideros, el purpurado maltés ha destacado que “la etapa continental constituye un momento más de discernimiento, en el que las siete Asambleas continentales podrán evaluar si el Documento que han recibido corresponde a la vida y a las expectativas de las Iglesias de su continente y en qué medida”. En este sentido, ha señalado que “sería bueno que cada Iglesia leyera el Documento con una amplia participación del Pueblo de Dios” para “crecer en una mentalidad cada vez más sinodal y fortalecernos en ese ‘caminar juntos’, que es el principio fundante de una Iglesia constitutivamente sinodal”.
Por su parte, Jean-Claude Hollerich, arzobispo de Luxemburgo y relator general de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, ha querido aclarar que “este Documento no es un ‘Instrumentum laboris’, es un reflejo del resultado de la conversación espiritual del Pueblo de Dios”.
“La redacción ha sido una experiencia sinodal y nos ayudó a captar y comprender la experiencia sinodal de muchos grupos en todo el mundo. Este documento, por tanto, no es un escrito surgido de escritos teológicos, es fruto de una sinodalidad vivida, una dimensión de la vida en la Iglesia. Pudimos notar que el Espíritu Santo está obrando”, ha añadido.
Para el también presidente de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea (COMECE), “si nosotros, como Pueblo de Dios, caminamos todos con Cristo bajo la guía del Espíritu Santo, seremos más conscientes de nuestra misión común y personal”. Y ha subrayado: “Una Iglesia sinodal es una Iglesia centrada en la misión”.
Por otro lado, Anna Rowlands, profesora asociada de Pensamiento y Práctica Social Católica (Universidad de Durham -Inglaterra-), como miembro del equipo de redacción del texto ha querido compartir algunas ideas. En primer lugar, ha destacado que “el Sínodo permanece en fase de escucha. Nuestra tarea al preparar este Documento fue demostrar que hemos escuchado bien y oído a los que han hablado. La siguiente fase es una extensión adicional de esa escucha, ahora a nivel continental”.
En segundo lugar, ha indicado que “han leído cada informe y presentación individual que recibieron. Cuidadosamente y en oración. El proceso del grupo no fue meramente analítico o conversacional, sino también orante, dedicando tiempo a la liturgia y la oración todos los días, lo que dio forma a nuestro trabajo”.
En tercer lugar, ha puntualizado que “esta no fue una encuesta sociológica que analizó informes a través de herramientas de análisis de datos académicos. Ese trabajo podría llevarse a cabo, pero no era tarea de este grupo hacerlo, ni eso por sí solo habría resultado en un Documento para la Fase Continental. La tarea del grupo era formalmente eclesial, de escucha y de discernimiento y representación activa”.
En cuarto lugar, ha insistido en que “este trabajo se realizó con espíritu de discernimiento, tratando de honrar la experiencia de fe vivida por aquellas personas que participaron en esta fase del proceso”. Por último, ha subrayado que su propósito es “proporcionar un documento que nos ayudara a escucharnos bien unos a otros en todos los contextos”. Y ha proseguido: “El fin último de este proceso no es producir documentos sino abrir horizontes de esperanza para el cumplimiento de la misión de la Iglesia”.
Asimismo, el P. Giacomo Costa, consultor de la Secretaría General del Sínodo, se ha detenido en los cinco núcleos que articulan el proceso sinodal. “El primer núcleo es la escucha como apertura a la acogida a partir de un deseo de inclusión radical -¡nadie excluido!-, en una perspectiva de comunión con las hermanas y hermanos y con el Padre común. Entre las intuiciones compartidas por una amplísima mayoría está que el primer paso para todos es el de la escucha: empecemos a ser una Iglesia que escucha”, ha explicado. “Escuchar ya es anuncio”, ha remarcado.
“El segundo núcleo consiste en el empuje para salir hacia la misión. Este impulso de misión se expresa con especial atención al diálogo interreligioso e intercultural. Pero sobre todo vuelve a poner el ecumenismo en el centro”, ha destacado. Además, “el tercer núcleo es el del estilo que está llamada a asumir una Iglesia sinodal, basada en la participación y corresponsabilidad de todos los bautizados”.
En este sentido, ha hecho hincapié en que “la sinodalidad no es un expediente organizacional para la división de roles y poderes. Las vocaciones, los carismas y los ministerios -incluido el ministerio ordenado- deben entenderse a partir de la lógica de la misión, no de la dinámica organizativa dentro de la comunidad eclesial. Es una sinodalidad misionera”. “Bajo esta luz también está la cuestión de los ministerios laicos y sobre todo del lugar de la mujer dentro de la Iglesia, también con respecto a la participación en los procesos de toma de decisiones y el acceso a las estructuras de gobierno”, ha subrayado.
“Para construir posibilidades concretas de vivir la comunión, la participación y la misión -este es el cuarto núcleo- la Iglesia necesita estructuras, en particular de gobierno, previendo también las oportunas innovaciones del derecho canónico”, ha insistido.
Finalmente, “el quinto núcleo -en último lugar porque es el más fundamental- lo constituye la liturgia, en particular la eucarística”. “Es en la liturgia donde las tres palabras clave del proceso sinodal encuentran su plena síntesis no solo en la comprensión, sino en la vivencia profunda de la comunidad cristiana. La celebración eucarística es el motor del dinamismo misionero y el lugar de formación de una comunidad sinodal misionera. Por eso es tan fundamental la implantación de un estilo sinodal de celebración litúrgica, en la valorización de todos los ministerios y en el reconocimiento de todos los carismas”, ha puntualizado.
Por su parte, Piero Coda, secretario general de la Comisión Teológica Internacional, ha lanzado cuatro preguntas al aire para responderlas a continuación. ¿Por qué este documento? “El motivo, ante todo: recoger el relato de la experiencia vivida por el Pueblo de Dios a la luz de la fe que se interpela en su camino”, ha contestado.
¿Quién es el sujeto? “El Pueblo de Dios, precisamente, en la variada comunión de sus componentes y expresiones a nivel universal, es decir, en los diversos contextos socioculturales”, ha señalado. ¿Y cuál es el objetivo que persigue? “Caminos instructivos en vista de una respuesta compartida, no preconfeccionada y uniforme”, ha advertido.
¿Cómo fue construido? “El método del que el Documento quiere ser fruto e instrumento: la escucha de la voz del Espíritu que, a la luz de la Palabra de Dios, se dirige al Pueblo de Dios en el hoy de la historia. Por tanto, el método teológico de conversación espiritual y de discernimiento comunitario: no una indagación sociológica ni una simple confrontación de opiniones, sino la escucha del sentir en la fe, con amor y esperanza, del Pueblo de Dios que vive y lee la historia con mirada de el discípulo”, ha concluido.