El próximo 30 de octubre tendrá lugar la segunda y definitiva llamada a las urnas en Brasil. De esta jornada saldrá la elección de los brasileños: o revalidar el mandato de Jair Bolsonaro o devolver el poder a Lula da Silva 12 años después de su salida del mismo.
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Según una reciente encuesta del Instituto Datafolha, Lula –quien consiguió un 48% de los votos en la primera vuelta– es más popular entre la mayoría católica de la población, y obtendría el 58% de los votos entre este electorado. Por otro lado, Jair Bolsonaro recibiría el 66% de las intenciones de voto de los electores evangélicos, que son el 27% de los encuestados.
Explotación de la Religión
Por su parte, el cardenal Odilo Pedro Scherer, arzobispo de São Paulo, ha estado muy activo en su cuenta de Twitter en los últimos días, y ha dejado muy claro que “ni comunismo ni fascismo”, puesto que está en favor de los mandamientos de Dios como hombre de Iglesia que es y, por supuesto, “en comunión con el papa Francisco”.
De esta manera, el purpurado ha explicado que “cuando la disputa electoral legítima se impone como si fuera una lucha del bien contra el mal; cuando se defiende fanáticamente a un candidato o a un partido, o se eleva a un candidato a la condición de “salvador de la patria” y se demoniza al adversario; cuando los opositores políticos son tratados como enemigos que deben ser eliminados; cuando la libertad de expresión y opinión y la de la prensa se ven coartadas o amenazadas; cuando la religión y las manifestaciones religiosas se instrumentalizan en términos de ganancias electorales; cuando se manipula la opinión pública con falsas narrativas, hay signos de riesgo para la democracia y la instauración de totalitarismos y fascismos”.
Por su parte, la Conferencia Episcopal de Brasil ha pedido que se deje de “explotar la religión” como arma política en la campaña para esta segunda vuelta. Para los prelados, “los momentos específicamente religiosos no pueden ser utilizados por los candidatos para presentar sus propuestas de campaña”. Además de que “la manipulación religiosa siempre distorsiona los valores del Evangelio”. Por todo ello, la CNBB “condena enérgicamente el uso de la religión por todos y cada uno de los candidatos como herramienta en su campaña electoral”.