Las superioras generales han presentado la declaración ‘Hermanas por el medio ambiente: integrar las voces de los márgenes’
‘Hermanas por el medio ambiente: integrar las voces de los márgenes’ es el nombre de la declaración que la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG) ha presentado este jueves para “dar luz” a su respuesta “a los desafíos ambientales de nuestro tiempo”.
Por un lado, el documento presentado por las religiosas afronta la emergencia actual, identificando la COP27, sobre el cambio climático, y la COP15, sobre la biodiversidad, como “oportunidades esenciales para invertir la tendencia que está destruyendo la Tierra”. Por otro lado, apuesta por una “conversión ecológica enraizada y guiada en la fe” y que ha inspirado la misión de las religiosas “durante décadas” y que continúa “a hacerlo en todo el mundo”.
De esta manera, la publicación de esta declaración tiene el objetivo de crear una plataforma donde “delinear los principios y las orientaciones para un futuro más sostenible, basándose en las enseñanzas que las religiosas han adquirido a través de su compromiso con los más desfavorecidos”. Como pilar de la facción mediambiental de la UISG, este documento “promueve una acción descentralizada y diversa, a través de la implicación de grupos de religiosos y laicos, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, organismos gubernamentales y no gubernamentales, organizaciones internacionales y sociedades”.
“Recurrimos a la comunidad global para el desarrollo, con el fin de que se una a las hermanas en la promoción y la realización de soluciones ambientales integrales, para garantizar un futuro seguro y próspero a todas las personas y a nuestro planeta”, han aseverado las religiosas.
Por todo ello, la declaración de la UISG se centra en dos ejes principales: “la integración de respuestas al cambio climático y a la pérdida de la biodiversidad” y “la integración de los cuidados para las personas y para nuestro planeta”.
“Integrar las respuestas al cambio climático y a la pérdida de la biodiversidad, reconociendo la naturaleza interconectada de los desafíos ecológicos y, en particular, el impacto generado por el cambio climático en la biodiversidad y sobre el aprovechamiento de los recursos naturales significa, en la práctica, reconocer los Objetivos para el Desarrollo Sostenible como cuadro de mandos”, dicen las religiosas, además de como reconocimiento de que el problema debe abordarse de una forma “inclusiva e interdisciplinar”.
Por otro lado, la UISG llama a afrontar el cambio climático y la pérdida de la biodiversidad “con una visión integral, a fin de proteger los ambientes y ecosistemas, asegurándose de que las adaptaciones climáticas no estén vinculadas a prácticas contaminantes ni a la extracción minera”. Asimismo, las religiosas han pedido una “rápida actuación” para contrarestar, velozmente, “la pérdida de la biodiversidad, asegurando que antes de 2030 al menos la mitad de la Tierra y de los océanos se conviertan en áreas protegidas para reconstituir los ecosistemas devastados, así como reducir la dependencia de los combustibles fósiles”.
Además, en este sentido, las religiosas han exigido que se retome el consenso global de la no proliferación de combustibles fósiles, y “suscribir un nuevo acuerdo y un nuevo Cuadro Global para la Biodiversidad en Naciones Unidas”.
Por otro lado, en cuanto al cuidado de las personas y del planeta, “refutando la visión antropocéntrica como base de los hábitos de consumo destructivos”, la UISG ha animado a “actuar por la Tierra, asegurándose que la dignidad y los derechos de las comunidades golpeadas por el cambio climático” tienen prioridad “por encima del beneficio y la expansión económica, nacional o privada”.
Asimismo, han señalado la necesidad de “poner remedio con urgencia a la desigualdad global”, reconociendo con claridad “la relación entre adaptación climática y justicia social”, así como la “deuda ecológica contraída por el norte del mundo en contraposición con los países que sostienen todo el peso del desastre ambiental, del cual no son responsables”.
Además, las religiosas piden “promover un acceso equitativo a los recursos para la adaptación ecológica, con el fin de potenciar la resiliencia agrícola y sostener la seguridad alimentaria”.
Del mismo modo, piden “garantizar medios de vida y una compensación justa para los trabajadores de las industrias de combustibles fósiles y otros sectores insostenibles de la economía mundial, afectados por la transición a alternativas verdes”.