“Nuestras armas –humildes y eficaces– son la oración y la fraternidad”, ha resaltado el papa Francisco a sus “queridos hermanos en Abraham” durante el encuentro que ha mantenido con los miembros del Consejo Musulmán de Ancianos en la mezquita del Palacio Real Sakhir de Bahrein. Tras el encuentro privado con el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmed Al-Tayyeb, el Pontífice se ha dirigido a la comunidad sunita, a los que ha recordado que “¡Dios es fuente de paz!”.
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Al comienzo de sus palabras, Jorge Mario Bergoglio ha deseado que “la paz del Altísimo descienda sobre cada uno de ustedes, que buscan promover la reconciliación para evitar divisiones y conflictos en las comunidades musulmanas; que ven en el extremismo un peligro que corroe la verdadera religión; y que se proponen fomentar relaciones amistosas, de mutuo respeto y confianza recíproca con todos aquellos que, como yo, adhieren a una fe religiosa distinta”.
Asimismo, ha expresado su deseo de que Dios “nos conceda ser, en cualquier lugar, canales de su paz”. “El Dios de la paz nunca conduce a la guerra, nunca incita al odio, nunca respalda la violencia. Y nosotros, que creemos en Él, estamos llamados a promover la paz a través de instrumentos de paz, como el encuentro y el diálogo, que es el oxígeno de la convivencia común. Entre los objetivos que se proponen está el de difundir una cultura de paz basada en la justicia”, ha agregado.
Por un futuro de fraternidad
Agradecido por el compromiso del Consejo Musulmán de Ancianos con la paz, ha insistido en la necesidad de encontrarse, para pasar a “un futuro de fraternidad” y dejar atrás “un pasado de hostilidad, superando los prejuicios y las incomprensiones de la historia en nombre de Aquel que es la Fuente de la Paz”.
“¿Cómo podrán los fieles de religiones y culturas distintas convivir, acogerse y estimarse mutuamente si nosotros seguimos siendo unos extraños los unos para los otros?”, se ha preguntado el Papa, para luego contestar: “Ante una humanidad cada vez más herida y desgarrada que, bajo el vestido de la globalización, respira con dificultad y miedo, las grandes religiones están llamadas a ser el corazón que une los miembros del cuerpo, el alma que da esperanza y vida a las más altas aspiraciones”.
Tras denunciar una vez más el mercado de las armas, Francisco ha incidido en “la gran responsabilidad ante Dios y los hombres” de los líderes religiosos. “Debemos ser modelos creíbles de lo que predicamos, no solo en nuestras comunidades y en nuestra casa –ya no es suficiente– sino en el mundo unificado y globalizado. No podemos preocuparnos solo por ‘los nuestros’, sino que, cada vez más unidos, hemos de dirigirnos a la entera comunidad humana que puebla la tierra”, ha añadido.