Para clausurar el ‘Foro de Bahrein para el diálogo: Oriente y Occidente por la coexistencia humana’, el Reino de Bahrein había previsto otro escenario suntuoso: la plaza Al-Fida en el monumental complejo del Palacio Real Sakhir, donde por cierto y de modo excepcional, tiene su residencia estos días el Santo Padre, ya que la Nunciatura se encuentra en Kuwait.
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El Foro, organizado conjuntamente por el Consejo Islámico de Ancianos, el Consejo Supremo para Asuntos Islámicos y el Centro Rey Hamad para la Coexistencia Pacífica, ha dedicado varias sesiones a estos temas: la coexistencia global y la fraternidad humana, la coexistencia pacífica, el papel de los líderes religiosos y universitarios en el cambio climático y la crisis alimentaria mundial.
En él han participado personalidades de relieve como el Patriarca Bartolomé de Constantinopla; el secretario general del Consejo Ecuménico de las Iglesias, Ioan Sauca; Miguel Ángel Moratinos en representación de la ONU; el cardenal Bechara Rai, Patriarca Maronita de Beirut; Su Beatitud Matriusov, del Patriarcado de Moscú; el rabino estadounidense Marc Schneier; y numerosos jeques y ministros de países con mayorías musulmanas como Arabia Saudita, Egipto o Malasia.
A todos ellos les dirigió el Rey Hamad bin Isa un discurso de agradecimiento por su presencia y participación expresando su deseo de que “todos los seres humanos puedan gozar una vida digna y serena en un mundo más estable y más seguro”; pero se vio obligado a añadir que, “mientras caminamos juntos, mano a mano para alcanzar el objetivo de un futuro próspero, debemos estar todos unánimemente de acuerdo en estas condiciones excepcionales de parar la guerra entre Rusia y Ucrania y poner en marcha serias negociaciones para el bien de toda la humanidad”.
Al-Tayyeb, contra las teorías “colonialistas”
Después del monarca bahreinita tomó la palabra el Gran Imán de la Universidad cairota Al- Azhar, Ahmed Al-Tayyeb, autoridad muy respetada por todo el mundo sunita. En su amplio discurso lamentó que “los sentimientos del hombre resultan confundidos cuando satisface sus instintos en vez de responder a las exigencias de su alma. De hecho, satisfacer las necesidades espirituales es más crucial e incluso es indispensable para obtener su tranquilidad interior, su estabilidad y la paz de su mente”.
También se mostró contrario a la que calificó como “ausencia de justicia” que se realiza “cuando la ley divina no es observada y el orden de todo el mundo y de la naturaleza se ve perturbado”. Rechazó igualmente algunas teorías “colonialistas e imperialistas” que tienden a mostrar a Europa como un “idílico jardín de prosperidad y al resto del mundo como una jungla; estas posiciones solo demuestran una total ignorancia de las civilizaciones de Oriente y de su historia que se remontan a cinco mil años y no solo a trescientos o cuatrocientos años”.
Puesto a denunciar también dijo que “el despliegue de la fuerza militar es una traición a la genuina política. Yo defiendo que se reemplacen esas políticas con la cultura en la esfera de las relaciones internacionales”.
La educación frente a los extremismos
Del discurso del Papa ya hemos destacado que “no basta decir que una religión es pacífica, es necesario condenar a quienes abusan de su nombre”. Jorge Bergoglio puso mucho énfasis en denunciar que “después de dos terribles guerras mundiales, después de una guerra fría que durante décadas tuvo al mundo en vilo, en medio de tantos conflictos desastrosos en todas las partes del globo, entre voces de acusación, amenaza y condena, nos encontramos aún tambaleantes al borde de un frágil equilibrio y no queremos desplomarnos… de este modo parece que estamos presenciando un escenario dramáticamente infantil: en el jardín de la humanidad, en vez de cuidar del conjunto, se juega con fuego, misiles y bomba, con armas que provocan llanto y muerte, llenando la Casa común de cenizas y odio”.
Para hacer frente a los múltiples problemas de la época presente, el Santo Padre propuso la educación, ya que “donde faltan oportunidades de instrucción aumentan los extremismos y se arraigan los fundamentalismos. Y si la ignorancia es enemiga de la paz, la educación es amiga del desarrollo, siempre que sea una instrucción realmente digna del hombre, ser dinámico y relacional por lo que no debe ser rígida ni monolítica sino abierta a los desafíos y sensible a los cambios culturales, no auto referencial y aislante sino atenta a la historia y a la cultura de los demás, no estática sino inquisitiva para abrazar aspectos diversos y esenciales de la única humanidad a la que pertenecemos”.
Como hace casi a diario añadió improvisando: “Aquí dirijo a todos mi llamamiento para que se ponga fin a la guerra en Ucrania y se pongan en marcha negociaciones de paz”.
Al inicio de esta ceremonia a la que Bergoglio llegó en su modesto FIAT 500 pero escoltado por un flamante batallón a caballo de la guardia real, se plantó un árbol que regaron sucesivamente el Rey, el Papa y el Gran Imán .