Desde primeras horas de la mañana, apenas despuntaba el sol, han ido llegando al Estadio Nacional de Bahrein miles de fieles que deseaban participar en la única misa pública presidida por Francisco.
- PODCAST: Migrantes en primera fila
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Según las autoridades han sido 30.000 los presentes provenientes no sólo del archipiélago sino también otros muchos llegados de Kuwait, Qatar, Arabia Saudita y otros países del Golfo. Una Eucaristía multiétnica y multilingue. Celebrada en inglés han sido utilizadas también otras lenguas como el tagalo, el tamil, el malayo y el suhailirespondiendo a la diversidad de nacionalidades presentes, la mayoría de ellos emigrantes con sus familias.
Clima festivo
Una atmósfera festiva y muy calurosa desde todos los puntos de vista ya que a pesar de que el rito ha comenzado a las ocho de la mañana el calor se hacía ya sentir y los asistentes lo combatían con abanicos, viseras e incluso paraguas o agitando el librillo de la Misa o las banderitas vaticanas. El agobiante ambiente no impidió que la efusividad desbordada se desatara cuando Francisco recorrió el estadio en papamóvil a su llegada.
Durante la hora y media que ha durado la Misa ha reinado un orden absoluto, nadie se ha movido de sus sitios y la dispersión final ha sido perfecta.
Francisco, revestido con una vistosa capa pluvial, hizo su entrada en el recinto en silla de ruedas, acompañado por numerosos cardenales y obispos y un alto número de sacerdotes. La misa fue oficiada por Paul Hinder, administrador apostólico del Vicariato de Arabia del Norte, pero la homilía la pronunció el Papa en castellano traducida al inglés párrafo a párrafo.
El amor como eje
Toda ella desarrolló el tema del amor “no sólo cuando todo va bien y sentimos el deseo de amar, sino siempre, no sólo a nuestros amigos y vecinos, sino a todos, incluso a los enemigos”. “Jesús – prosiguió- no dice que será fácil y no propone un amor sentimental y romántico como si en nuestras relaciones humanas no existiesen momentos de conflicto y entre los pueblos no hubiera motivos de hostilidad. Jesús no es irenista sino realista, habla explícitamente de “los que les hacen el mal” y de “enemigos”.
Era previsible que desde estas premisas Francisco descendiese a la realidad y afirmase que Jesús “sufre observando en nuestros días, en tantas partes del mundo, formas de ejercer el poder que se nutren del abuso y la violencia, que buscan aumentar su propio espacio restringiendo el de los demás, imponiendo su dominio, limitando las libertades fundamentales y oprimiendo a los débiles. Por tanto- dice Jesús existen conflictos, opresiones y enemistades”. No necesitaba el Papa concretar más para entender a quién aludía.
Fraternidad real
Continuando sus reflexiones aseguró que “el Señor nos pide no que soñemos con un mundo irénicamenteanimado por la fraternidad sino que nos comprometamos en primera persona empezando por vivir concreta y valientemente la fraternidad universal, perseverando en el bien incluso cuando recibimos el el mal, rompiendo la espiral de la venganza…”.
A renglón seguido añadió que “no se puede restablecer la paz si a una palabra ofensiva se responde con otra palabra todavía peor, si a una bofetada le sigue otra”. “No, es necesario desactivar, quebrar la cadena del mal, romper la espiral de violencia, dejar de albergar rencores”, remató.