El presidente de la Conferencia Episcopal Española invita a vivir esta jornada que tiene lugar al mismo tiempo en las 70 diócesis españolas
Este domingo se celebra en las 70 diócesis españolas el Día de la Iglesia diocesana. “Desde hace muchos años, esta jornada es una invitación a vivir y a expresar con obras la fraternidad en el seno de las diócesis y también en el conjunto de la sociedad”, ha afirmado en su carta dominical el cardenal arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal Española.
“Venimos de unos tiempos convulsos, después de unos años de pandemia y varios conflictos sociales y económicos, que no han hecho más que aumentar la incertidumbre, la soledad, la pobreza y la injusticia. Sin embargo, gracias por formar parte de esta gran familia de creyentes, que es la Iglesia”, ha comenzado señalando el purpurado en su misiva en la que ha agradecido la oración, el tiempo y las cualidades de los fieles.
“La oración es un pilar fundamental de la Iglesia. La oración de cada persona nos da esperanza y nos alienta. La oración es necesaria y será el alma de cualquier actividad que se realice. Os doy gracias por vuestra oración, discreta y esencial. Gracias por la fe de esas almas que piden, como los niños a su padre; ellos confían en Él porque saben que no les va a fallar. La oración nos mantiene unidos por el camino que estamos recorriendo juntos”, ha subrayado.
“También es pilar en la Iglesia el tiempo que cada uno dedica a su parroquia. Os expreso también mi agradecimiento por anunciar y vivir el Evangelio en el ambiente familiar y social. Me gustaría recalcar este regalo de gran magnitud, puesto que es el único recurso no renovable que tiene la humanidad. Cada minuto perdido es un tiempo menos de vida, pero cada minuto entregado se multiplica al ser compartido con vuestro hermano”, ha indicado.
“¿Qué sería la Iglesia sin las cualidades de cada uno? ¿Qué sería de la sociedad sin vuestra entrega al bien común?”, se ha preguntado Omella, para luego continuar: “Nadie escapa de tener unos dones preciosos que el Señor le ha regalado para que den fruto. Tenemos la misión de descubrir qué dones y cualidades hemos recibido. Algunas personas tienen una amabilidad natural, otras el don de la alegría o el de la inteligencia, y cada uno aporta algo de lo que sabe y puede”
Antes de concluir su carta de agradecimiento se ha centrado en los corazones generosos que, “con el apoyo económico, ayudan al sostenimiento de la Iglesia. Necesitamos vuestro compromiso y vuestras aportaciones”. “Todos queremos ser una Iglesia diocesana que sea una gran familia en la que cada miembro forme parte del pilar que sustenta la humanidad. ¡Gracias por tanto!”, ha finalizado.