“Pienso en la loca guerra – ¡loca! – de los que es víctima la atormentada Ucrania, y de muchos otros conflictos, que nunca se resolverán con la lógica pueril de las armas, sino sólo con la fuerza mansa del diálogo”. Esta es la reflexión que compartió el Papa esta mañana, en el marco de la tradicional audiencia general de los miércoles, que celebró en una plaza de San Pedro en la que han bajado las temperaturas respecto a las semanas anteriores. “¡Hace un poco de frío! Pero se lleva bien…”, expresó el Papa a su llegada.
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En una alocución que tuvo como eje su reciente viaje a Bahréin, Francisco respasó el actual contexto bélico mundial: “Pensemos en las guerras que han durado años, como la de Siria, ¡más de 10 años! También pensemos en por ejemplo en los niños de Yemen, en Myanmar: ¡en todas partes! Ahora, Ucrania está más cerca, ¿qué hacen las guerras? Destruyen, destruyen a la humanidad, destruyen todo”. Este escenario le llevó a asegurar que “los conflictos no se resuelven mediante la guerra”.
Un nuevo paso
Esto le llevó a reivindicar que “el diálogo es el oxígeno de la paz, también en la paz de las familias”. Fue precisamente este diálogo uno de los ejes de su periplo por el Golfo Pérsico. “La primera visita de un Papa a Bahréin representó un nuevo paso en el camino entre creyentes cristianos y musulmanes”, aseveró el pontífice argentino, que puso las bases de cómo “para dialogar hay que tener la propia identidad, hay que partir de la propia identidad”.
En cambio, alertó de cómo este encuentro pasa por “no confundirnos ni diluir la fe” de cada uno. A partir de ahí, llamó a los católicos a sumarse a esta propuesta: “Abrid vuestros corazones, porque todos somos hermanos y para que esta fraternidad humana vaya más allá”.
