La plataforma eclesial se vuelca con los hogares que no reciben ningún tipo de ayuda
“Familia a familia”. Este es el nombre del programa desarrollado por Cáritas Polonia para apoyar a los supervivientes que quedan en Ucrania. Una iniciativa que se suma a todas las ayudas que han implantado desde que comenzara la invasión rusa el pasado mes de febrero y que hasta ahora se ha centrado en la atención a los ucranianos que entraban en el país a través de su frontera.
“Somos conscientes de que el pueblo ucraniano se enfrentará a grandes dificultades durante mucho tiempo, incluso después de que la guerra haya terminado. Por ello, analizando las necesidades y nuestra capacidad, decidimos incluir a Ucrania en nuestro programa Familia a Familia, el mayor programa de ayuda exterior que lleva a cabo Cáritas Polonia”, ha anunciado Marcin Iżycki, director de Cáritas Polonia. Un programa que comenzó hace unos días en la diócesis de Kyiv-Zhytomyr y que ya llega a más de 500 familias en situación especialmente dramática con ayuda económica en colaboración con Cáritas-Spes de Ucrania.
Esta ayuda, señalan desde Cáritas, se dirige principalmente a las familias que viven en zonas a las que no llega ninguna otra ayuda. Se trata realidades en las que hay muchos hijos, con miembros ancianos, enfermos y discapacitados, madres solteras, cuyos maridos fueron tomados como prisioneros de guerra o murieron en ella, familias que huyeron de los territorios ocupados y las que sufren los efectos directos de la guerra. Además, este programa ya ha sido probado con anterioridad pues desde Polonia lo desarrollaron desde 2016 en Siria y posteriormente se amplió a la Franja de Gaza, Líbano e Irak.
“No solicitaríamos esta ayuda si la situación fuera pacífica y tranquila. Antes de la guerra, la gente vivía sin interferencias, nadie estaba en peligro. Pero ahora nos preguntamos: ¿quién vino a nuestra tierra, por qué sucedió esto?”, señala Anżeła, de 52 años, una de las beneficiarias que está al cargo de sus nietos. Y es que, advierten desde Cáritas, “la amenaza por tierra y por aire sigue siendo inmensa”.
“Cada vez son más las familias ucranianas que se quedan sin hogar y desplazadas, buscando refugio en casa de familiares y vecinos. Muchos no pueden permitirse reconstruir o renovar sus casas destruidas, ni siquiera comprar alimentos y artículos de primera necesidad”. Es el caso de Svetlana que, tras un ataque con drones, de su casa solo ha quedado la chimenea y que mantiene a sus hijos sin trabajo con una ayuda estatal que no le da ni para comprar zapatos para los niños.
“Como organización benéfica, no vamos a impedir que caigan misiles en Ucrania, pero tenemos un objetivo: llevar ayuda a la gente que intenta sobrevivir. Al incluir a Ucrania en el programa Familia a Familia, al igual que incluimos a la Siria devastada por la guerra hace seis años, estamos dando al pueblo de Ucrania el mejor apoyo sistemático”, destaca Iżycki.