Vaticano

Francisco pide en la misa de la Jornada Mundial de los Pobres “romper la sordera interior que nos impide escuchar el grito de los más débiles”

El pontífice preside la eucaristía en la basílica de San Pedro antes de compartir el almuerzo con 1.300 personas sin hogar de las que deambulan por Roma





El papa Francisco ha presidido esta mañana la eucaristía en la basílica de San Pedro con motivo de la sexta edición de la Jornada Mundial de los Pobres, una iniciativa lanzada por el propio pontífice al concluir el Año de la Misericordia. Una celebración en la que el pontífice, debido a sus dolores de rodilla, ha dirigido todas las partes de la liturgia excepto la Plegaria eucarística.



Frente al miedo o el derrotismo

En la homilía, a partir del evangelio, el Papa destacó que “Jesús llama la atención sobre los eventos turbulentos y dramáticos que marcan la historia humana” y por eso “es importante saber discernir el tiempo en que vivimos, para seguir siendo discípulos del Evangelio incluso en medio a las dificultades de la historia”. Un discernimiento que pasa por seguir dos invitaciones del Señor: “no dejarnos engañar y dar testimonio”.

Jesús, prosiguió Bergoglio, puede librarnos “de la tentación de leer los hechos más dramáticos de manera supersticiosa o catastrófica, como si ya estuviéramos cerca del fin del mundo y no valiera la pena seguir comprometiéndonos en cosas buenas”. Frente al miedo, la “curiosidad morbosa” de “magos u horóscopos” o teorías “derrotistas y conspirativas” Jesús advierte que “no os dejéis deslumbrar por curiosidades ridículas, no afrontéis los acontecimientos movidos por el miedo, más bien aprénded a leerlos con los ojos de la fe”.

“Si la historia humana está llena de acontecimientos dramáticos, situaciones de dolor, guerras, revoluciones y calamidades, es igualmente cierto — dice Jesús — que todo esto no es el final; no es un buen motivo para dejarse paralizar por el miedo o ceder al derrotismo de quien piensa que todo está perdido y es inútil comprometerse en la vida”, afirmó ante esta “tercera Guerra Mundial”. Para Francisco “el discípulo del Señor no se deja atrofiar por la resignación, no cede al desaliento ni siquiera en las situaciones más difíciles, porque su Dios es el Dios de la resurrección y de la esperanza, que siempre reanima, con Él siempre se puede levantar la mirada, empezar de nuevo y volver a caminar”.

Una sordera interior

En segundo lugar, el Papa destacó la importancia del testimonio como la “oportunidad de hacer algo bueno a partir de las circunstancias de la vida, incluso cuando no son ideales”. “Es un hermoso arte, típicamente cristiano; no quedarnos como víctimas de lo que sucede, sino aprovechar la oportunidad que se esconde en todo lo que nos acontece, el bien que es posible construir también a partir de situaciones negativas”, señaló. Para el Papa “la psicología del victimismo es malvada”.

Para Francisco “cada crisis es una posibilidad y ofrece oportunidades de crecimiento”. “Mientras ves a tu alrededor hechos desconcertantes, mientras se levantan guerras y conflictos, mientras ocurren terremotos, carestías y epidemias, ¿qué haces?”, cuestionó. Por ello invitó a “romper esa sordera interior que todos tenemos y nos impide escuchar el grito sofocado de dolor de los más débiles”. Denunció esos “escenarios de violencia –pensemos en la crueldad que está viviendo el pueblo ucraniano–, injusticia y persecución”, “la crisis generada por el cambio climático y la pandemia, que ha dejado tras de sí un rastro de malestares no solo físicos, sino también psicológicos, económicos y sociales”.

“También hoy vemos levantarse pueblo contra pueblo y presenciamos angustiados la vehemente ampliación de los conflictos, la desgracia de la guerra, que provoca la muerte de tantos inocentes y multiplica el veneno del odio”, advirtió. “También hoy, mucho más que ayer, muchos hermanos y hermanas, probados y desalentados, emigran en busca de esperanza, y muchas personas viven en la precariedad por la falta de empleo a causa de condiciones laborales injustas e indignas. Y también hoy los pobres son las víctimas más penalizadas de cada crisis”. “Si nuestro corazón permanece adormecido e insensible, no logramos escuchar su débil grito de dolor, llorar con ellos y por ellos, ver cuánta soledad y angustia se esconden también en los rincones más olvidados de nuestras ciudades”, reclamó.

El rostro de Dios en los pobres

“No escuchemos a los profetas de desventura; no nos dejemos seducir por los cantos de sirena del populismo, que instrumentaliza las necesidades del pueblo proponiendo soluciones demasiado fáciles y apresuradas. No sigamos a los falsos ‘mesías’ que, en nombre de la ganancia, proclaman recetas útiles solo para aumentar la riqueza de unos pocos, condenando a los pobres a la marginación”, advirtió el Papa. Francisco propuso, en cambio, encender “luces de esperanza en medio de la oscuridad; aprovechemos, en las situaciones dramáticas, las ocasiones para testimoniar el Evangelio de la alegría y construir un mundo más fraterno; comprometámonos con valentía por la justicia, la legalidad y la paz, estando del lado de los débiles”. “No escapemos para defendernos de la historia, sino que luchemos para darle a ‘esta’ historia un rostro diferente”, añadió.

Todo ello con la “confianza en Dios” ya que “si le abrimos nuestro corazón, aumentará en nosotros la capacidad de amar”. Él, recalcó Francisco, “está a mi lado, me conoce y me ama, vela por mí, no duerme, cuida de mí y con Él ni siquiera un cabello de mi cabeza se perderá”. Recordando la costumbre de que en algunos lugares en Nochebuena se deja un sitio libre para el Señor, prosiguió recalcando que “amados por Él, decidámonos a amar a los hijos más descartados, cuidemos de los pobres, en quienes está Jesús, que se hizo pobre por nosotros”, invitó. Concluyó proponiendo contemplar “el verdadero templo de Dios, que es el ser humano, el hombre y la mujer, especialmente el pobre, en cuyo rostro, en cuya historia, en cuyas heridas está Jesús. Él lo dijo. Nunca lo olvidemos”.

Un almuerzo con los sin techo

Com motivo de la Jornada Mundial de los Pobres el papa Francisco ha organizado un almuerzo con 1.300 indigentes en el Aula Pablo VI. Un comida servida por la empresa italiana de transporte marítimo d’Amico Società di Navigazione S.p.A. Además, tras el parón de la pandemia, ha vuelto a abrir las instalaciones del dispensario médico de la Plaza de San Pedro. De estos servicios se benefician los sin techo que rondan por la zona del Vaticano y que en su mayoría no tienen en regla la documentación sanitaria y por tanto están excluidos de la Seguridad Social italiana.

También, a lo largo de esta semana, se ofrecieron gratuitamente reconocimientos médicos generales, electrocardiogramas, análisis de sangre, vacunas contra la gripe y pruebas de Covid-19. Además, en una ambulancia móvil se realizaron test para detectar la presencia de virus como el VHC (hepatitis C), el VIH o la tuberculosis. Más allá de estas propuestas realizadas en el entorno del Vaticano, el Papa ha reforzado las existencias de las parroquias romanas que organizan distribución de paquetes de alimentos. Para ello, desde la Limosnería se entregaron 5.000 cajas de alimentos en toda Roma –10 toneladas de pasta, 5 toneladas de arroz, harina, azúcar, sal y café, y 5 mil litros de aceite y leche– a los párrocos que lo hayan solicitado gracias a la colaboración de la cadena de supermercados Elite. También se está apoyando a las familias que no tienen para pagar las facturas de gas y electricidad.

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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