La próxima semana 78 prelados de la Conferencia Episcopal elegirán al sustituto para Luis Argüello en una votación que por primera vez será completamente digital
En la Iglesia es habitual hablar de ternas para la elección de cualquier servicio de responsabilidad, de Madrid a Roma. El término remite literalmente al “conjunto de tres personas propuestas para que se designe de entre ellas la que haya de desempeñar un cargo o empleo”. Sin embargo, podría darse que se presentaran incluso más candidaturas a la elección del secretario general de la Conferencia Episcopal para los próximos cinco años que tendrá lugar la semana que viene en el marco de la Asamblea Plenaria de otoño.
De hecho, el juego quinielístico que acompaña al sucesor del todavía secretario Luis Argüello habla de más de tres nombres en la parrilla de salida, entre propuestas firmes, rumorología e invenciones varias que van desde obispos auxiliares a sacerdotes, pasando por algún laico. En cualquier caso, será el martes 22 de noviembre por la tarde cuando se reúna de forma extraordinaria la Comisión Permanente, que es el órgano encargado de organizar las Plenarias y del que forman casi una treintena de obispos.
Son los propios estatutos del Episcopado los que no determinan el número de candidatos de la Permanente presenta a la Plenaria, por lo que podría darse -y no sería descabellado en esta ocasión- que se baraja más de un trío en el arranque. Será en esta sesión ‘ad hoc’ cuando se pongan los nominados sobre la mesa. La Permanente puede presentar a cuantos nombres quiera, a los que tiene que sumar sí o sí aquellos nombres que se presenten avalados al menos por diez obispos, si los hubiera. Es más, un prelado puede avalar a varios candidatos a la vez. Eso sí, para poder ser presentado el candidato tiene que haber aceptado con anterioridad. Si el aspirante es un laico o sacerdote, debe solicitar el consentimiento de su obispo local antes de que dé un paso al frente.
Con toda esa baraja de futuribles secretarios, lo más probable es que la Permanente lleve a cabo su propia criba interna para que de ese cónclave vespertino no salgan más de tres nombres. A partir de ahí, se abre una velada larga de murmuraciones, entre conversaciones, cenas informales y mensajes de WhatsApp para calibrar la orientación de cada voto.
A la mañana siguiente, la lista se llevará a la Plenaria, que comenzará a votar a primera hora del miércoles 23 de noviembre. Serán 78 obispos electores los que tomen la decisión: los cardenales Omella, Osoro y Cañizares -como administrador apostólico de Valencia-, 14 arzobispos, 47 obispos diocesanos y 11 auxiliares. Además, también tienen derecho a voto los administradores diocesanos de Ávila, Menorca y Girona. Se quedan fuera de la elección el obispo electo de San Sebastián, Fernando Prado, y el auxiliar electo de Getafe, José María Avendaño.
Por primera vez en la historia del Episcopado español, la votación será telemática. Será necesaria una mayoría absoluta -la mitad más uno- de los presentes en la sala para proclamar al nuevo secretario general. No sería extraño que se diera esta circunstancia en primera votación. Y en caso de que no fuera así, con este primer sondeo bastaría para que el candidato con mayor número de sufragios registrara un respaldo masivo en la segunda votación. Sería muy extraño que se forzara una tercera votación, puesto que se trasladaría un mensaje al exterior de posturas enconadas.
En tal caso, los estatutos de la casa sí prevén una tercera votación entre los dos candidatos más votados. Si en esta ronda se diera un triple empate, se votaría entre los dos de mayor edad. Si se repitiera el empate, la Secretaría General recaería en el más veterano.