La Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos ha comenzado su asamblea de otoño con la renovación de su cúpula. En su primera jornada, en la tarde del 15 de noviembre en Baltimore, ha sido elegido el arzobispo castrense, Timothy Broglio, como nuevo presidente del organismo. El prelado ha alcanzado la mayoría simple requerida en la tercera votación con 138 votos de una lista que comenzó con 10 candidatos. El arzobispo William E. Lori, de la diócesis primada de Baltimore, fue elegido vicepresidente con 143 votos.
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Procedente de la carrera diplomática, el arzobispo Broglio ocupó varios puestos en la Secretaría de Estado antes de regresar como obispo a Estados Unidos. En la Curia llegó a ser el secretario personal del cardenal Angelo Sodano cuando este ocupó el Palacio Apostólico con no pocos episodios espinosos a sus espaldas. Como obispo responsable de las Fuerzas Armadas fueron polémicas sus invitaciones para que los soldados rechazaran las vacunas contra el coronavirus, ya que compró la versión de que provenían de fetos abortados.
Mano derecha de Sodano
Nombrado por Benedicto XVI en 2007 para el vicariato castrense, había sido nombrado obispo por Juan Pablo II en 2001 cuando ejerció sus servicio en la Curia. Actualmente tiene 70 años y su sede está en la Basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción de Whasington. En la crisis de los abusos sexuales dentro del clero se ha alineado con las tesis de que la homosexualidad de los sacerdotes es la que ha llevado a esta herida en la Iglesia estadounidense.
Su vicepresidente, Lori, de 71 años, es arzobispo de Baltimore desde 2012. Previamente había sido obispo de Bridgeport, Connecticutt y auxiliar en Washington, D.C. Es el actual capellán supremo del influyente grupo de los Caballeros de Colón. Como responsable del comité episcopal de libertad religiosa se enfrentó al plan sanitario del Gobierno Obama por financiar métodos anticonceptivos. Desde 2020 capitaneaba la estrategia provida de la Conferencia Episcopal, si bien esta ha ido cambiando el foco de lo doctrinal a lo pastoral, en lo que al aborto se refiere. Ambos tienen ahora tres años por delante pare cerrar polémicas como las surgidas en este tiempo con la prohibición de la comunión a políticos abortistas, la ruptura del diálogo con la Casa Blanca o las críticas a los católicos que apoyaron el movimiento Black Lives Matter.