La pregunta de Cristina Inogés: “¿Por qué los seminarios siguen formando en un modelo ministerial agotado?”

“Hay que introducir la Inteligencia Emocional en la formación de los futuros sacerdotes”, señala la teóloga española en el Congreso Internacional sobre la Problemática de los Seminarios Católicos, que se celebra en Braga

La pregunta de Cristina Inogés: “¿Por qué los seminarios siguen formando en un modelo

“¿No falta algo en el diseño de la formación de los futuros sacerdotes? ¿No se les sigue formando en un modelo de ministerio que está absolutamente agotado para la Iglesia, para la sociedad y para ellos mismos?”. Estas son solo algunas de las preguntas que la teóloga española Cristina Inogés se ha hecho hoy en el Congreso Internacional sobre la Problemática de los Seminarios Católicos, bajo el lema ‘Levanta tus ojos y mira’, que se celebra en Braga (Portugal) del 16 al 19 de noviembre con motivo del 450º aniversario del seminario diocesano.



Pero no se han quedado ahí sus cuestionamientos: “¿Perpetuamos el modelo de futuro sacerdote que hace aguas por diferentes vías, o planteamos un modelo nuevo, más abierto y con un entorno formativo más acorde con la realidad eclesial y social, cultural y, sobre todo humana, que se va a encontrar y en la que va a vivir?”.

Tras aludir a la crisis de los abusos en la Iglesia, ha pedido “modificar profundamente la formación de los futuros sacerdotes e introducir en ella dos elementos hasta ahora –solo tenidos en cuenta en poquísimos seminarios– más o menos inexistentes y urgentísimos: la formación psico-afectivo-sexual y la Inteligencia Emocional”.

Formación en clave sinodal

Durante su ponencia, titulada ‘¿Seguir formando en un modelo ministerial agotado?’, ha señalado que los seminarios “no deberían escapar a la reflexión que el proceso sinodal nos propone vivir”. “Por su estructura eclesiástica más que eclesial, están llamados a vivir una profunda transformación en sus estructuras, medios, métodos y enseñanzas para asegurarse que, quienes allí se forman para ejercer el ministerio, salgan preparados para ser sacerdotes del siglo XXI, en la Iglesia y en la sociedad del siglo XXI, y no copias de un modelo ministerial que pudo funcionar en su momento, pero que lleva ya mucho tiempo mostrando que está agotado”, ha remarcado.

Según la teóloga -miembro de la Comisión Metodológica del Sínodo de la Sinodalidad-, “esta forma de Iglesia que conocemos ahora hace aguas por todas partes y mantener una forma de ministerio agotado solo servirá para que la agonía sea más lenta y dolorosa”. Por eso, sostiene que “la convocatoria de este Sínodo no ha sido una ocurrencia de Francisco, un capricho, o una decisión para limpiar la fachada de la Iglesia. Se trata de la necesidad urgente de empezar a cambiar de la Iglesia de los ordenados a la Iglesia de los bautizados; de la Iglesia del yo, a la Iglesia del nosotros”.

En este sentido, ha indicado que, “si el futuro clero no se prepara, ni es preparado en clave sinodal, más vale que disfrutemos de este momento, aunque no sea muy bueno porque, de aquí a cinco o diez años, los problemas que tenemos ahora se habrán multiplicado exponencialmente y será, prácticamente imposible, hallar soluciones pastorales que no sean radicales”. Y, estas, “en el caso de que pudieran servir”, ha puntualizado.

“El desastre actual se gestó hace mucho tiempo”

Haciendo un repaso histórico, Inogés ha señalado que “el desastre actual se gestó hace mucho tiempo”. “Desde la Baja Edad Media, el clericalismo se convirtió en el gran aliado de la institución y en el gran enemigo de la Iglesia. Ese clero clericalizado, dueño y señor de la institución, pervirtió lo que curiosamente más valoraba, la figura sacerdotal, convirtiéndola en una caricatura grotesca, autoritaria, carente de toda humanidad a favor de esa institución. Y, así, el clericalismo se convirtió en el cáncer de la Iglesia. Lenta, pero insistentemente, se extendió en una metástasis imparable”, ha explicado.

Señalando las carencias en la formación de los seminaristas y, por ende, en la formación permanente del clero y de los obispos, ha insistido en que “seguimos inmersos en la gran teología que no evoluciona, ni cambia su manera de expresarse, cuando sus receptores son muy diferentes en cada generación que se sucede”. Por ejemplo, “la gran teología no aborda, porque le da mucho miedo, nada que tenga que ver con el género, porque, en la Iglesia se suele confundir género con ideología de género”, ha dicho, para luego advertir que “todavía nos movemos mucho en esa poderosa razón del ‘siempre se ha hecho así’”.

La teología femenina en los seminarios

También deberá cambiar y corregirse “la ausencia de teología femenina en las bibliotecas de los seminarios, así como en las bibliografías de las asignaturas impartidas, donde tampoco se suelen ver obras de teólogos que vayan abriendo otras vías de reflexión, porque la teología en Europa todavía cree que nada tiene que aprender de otras”, ha afirmado. “La decisión de apartar esas voces de la formación, la decisión de controlar qué leen o no los futuros sacerdotes es ya en sí misma una sutil forma de abuso de poder que silenciosa, pero insistentemente va enraizando en las personas”, ha añadido.

Asimismo, ha continuado: “En los seminarios se forma a los candidatos al sacerdocio privados de la presencia de más de la mitad de la humanidad que somos las mujeres. Y se les forma para un ministerio en el que se van a ver rodeados de mujeres dado que somos más del 80% de los miembros de la Iglesia. ¿No hay alguna incoherencia en esa ausencia?”. Y todo esto, “cuando están llamados a vivir su ministerio en una sociedad que habla con toda naturalidad, y es algo muy interesante a tener en cuenta, de las nuevas masculinidades que profundizan en aspectos muy positivos y que se oponen a un único modelo masculino rígido y bastante insensible”, ha advertido.

Según Inogés, esto, “en lugar de hacernos fruncir el ceño y pensar que son tonterías de la deriva de una sociedad narcisista, podría hacernos pensar en el modelo de vida de Jesús de Nazaret, que manifestó con su comportamiento modelos diversos de masculinidad en su muy cerrada sociedad”. Por ejemplo, “llorar abiertamente ante la tumba de Lázaro (Jn 11, 28-35), acariciar a niños (Mt 19, 13-15), hablar en público con mujeres (Jn 4, 5-43; Mt 15,21-28; Jn 11,19-27) o dejarse acariciar por la mujer que le ungió los pies con perfume (Lc 7, 36-48)”, ha subrayado.

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