En una decisión que ha causado gran impacto en la Iglesia francesa, Ivan Brient seguirá en la Diócesis de Vannes, donde hasta ahora vicario general. Y es que, tras ser nombrado el pasado 7 de octubre como nuevo obispo auxiliar de Rennes, antes siquiera de llegar a tomar posesión en diciembre, el sacerdote galo ha escrito al papa Francisco para presentarle su renuncia. Tras aceptársela Bergoglio ayer, miércoles 16 de noviembre, ha quedado suspendida su ordenación episcopal.
El propio Brient, de 50 años, ha escrito una carta a la comunidad diocesana de Rennes en la que explica que su decisión ha estado motivada por el “cansancio”. Han sido unos “problemas de salud” los que le han puesto “en alerta”, percibiendo claramente “signos alarmantes del comienzo del agotamiento”.
Fue entonces cuando inició un proceso de discernimiento para “examinar más de cerca el compromiso” que había aceptado. Un proceso en el que no estuvo solo, recibiendo apoyo profesional: “Dos médicos me instaron a dejarlo inmediatamente, o me habría quemado”.
De este modo, ha comprendido (y aceptado) “que estaba cansado y que también tenía aprensión por las tensiones que esta misión iba a generar en mí”, por lo que era consciente de que “me costaría enfrentarme a ellas”.
Por tanto, ha optado por afrontar su renuncia “con pesar, pero en paz. (…) Con pesar, porque siento que os abandono antes de haber servido a vuestra hermosa Iglesia diocesana; que me vuelvo atrás antes de haberos conocido. En paz, porque sé que el Señor siempre sabe abrir nuevos caminos incluso cuando creemos que estamos en un punto muerto”.
Con total franqueza, Brient admite que “la carga me parecía demasiado pesada y no quería correr el riesgo de tener que renunciar por el camino ni de no poder cumplir bien esta misión”. De ahí su decisión final de renunciar al cargo, por lo que pide “perdón” a la comunidad eclesial de Rennes por “cometer el error de decir sí al Santo Padre sin haber evaluado suficientemente mi cansancio”.
Este es el segundo de este tipo que se da en apenas un mes en la Iglesia europea. Semanas atrás, en la diócesis suiza de Lugano, su obispo, el italiano Valerio Lazzeri, alegó ser víctima de un profundo “cansancio interior” y presentó su renuncia al Papa con apenas 59 años y tras recibir su ordenación episcopal en 2013.