“Es absurdo. Y causa especial rabia y tristeza darse cuenta de que detrás de todas estas tragedias están el ansia de poder y el comercio de armas”. Así de tajante ha respondido el papa Francisco a Domenico Agasso en una entrevista realizada para el periódico La Stampa, cuando el periodista le ha preguntado sobre lo que implica, como Papa, afrontar la “tercera guerra mundial”.
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“Me dijeron que si no se fabricaban y vendían armas en un año, se acabaría con el hambre en el mundo. En cambio, siempre prevalece la vocación destructiva, que da lugar a las guerras. Cuando los imperios se debilitan, buscan hacer la guerra para sentirse fuertes, y también para vender armas”, continúa Francisco.
“En un siglo, ¡tres guerras mundiales! ¡Y no aprendemos! Sin embargo, bastaría con ir al cementerio de Anzio, y pensar en la edad de los allí enterrados”, señala. “Fui allí y ante la tumba de aquellos chicos estadounidenses, de veinte años, que murieron en el desembarco de Anzio, lloré… Y mi corazón lloró en Redipuglia (mi abuelo había hecho el Piave y me contó lo que pasó allí). Y como he dicho antes: el desembarco de Normandía… fue el inicio de la caída del nazismo, es cierto… pero ¿cuántos jóvenes muy jóvenes quedaron en la playa, muertos a tiros? Dicen que 30 mil… No aprendemos”, sentencia el Papa.
El Vaticano, dispuesto a mediar
Asimismo, Francisco ha reiterado que están “continuamente atentos” a la evolución de unas posibles negociaciones entre Moscú, Kiev y la Santa Sede. “La Secretaría de Estado trabaja y trabaja bien, todos los días, y está evaluando cualquier hipótesis y valorando cualquier atisbo que pueda conducir a un verdadero alto al fuego, y a verdaderas negociaciones”.
Por otro lado, ha recordado el compromiso humanitario con “la martirizada Ucrania” que tiene el Vaticano.
“Como confirmamos hace meses, y como lo declaró varias veces el Cardenal Secretario de Estado, Parolin, la Santa Sede está dispuesta a hacer todo lo posible para mediar y poner fin al conflicto en Ucrania”, enfatiza Bergoglio.
A pesar de todo, el Papa reconoce que sigue teniendo esperanza. “No nos resignemos, la paz es posible”, repite el Pontífice, matizando que “todos debemos esforzanos por desmilitarizar los corazones, empezando por el propio, y luego desactivar, desarmar la violencia”.
“Todos debemos ser pacifistas. Querer la paz, no sólo una tregua que sólo sirva para rearmarse. La verdadera paz, que es el fruto del diálogo. No se consigue con las armas, porque no vencen el odio y la sed de dominación, que volverán a surgir, quizá de otras maneras, pero volverán a surgir”, ha explicado.