Un nuevo escándalo relacionado con los abusos vuelve a sacudir a la Iglesia. Esta vez es Estados Unidos el país que se une a Italia, Bélgica y Francia, los cuales, en las últimas semanas, han visto como se iban revelando cientos de casos. En concreto, el escándalo –que surge mientras la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB) celebra su Asamblea Plenaria– nace de la archidiócesis de Baltimore, de la que es titular el recién elegido vicepresidente del Episcopado, William E. Lori.
Todo comenzó con una investigación, según recoge EFE, de la Fiscalía General de Maryland, la cual ha dado como resultado una moción presentada ante la Corte de Circuito de la Ciudad de Baltimore por el fiscal Brian Frosh. En ella, se identifica a 600 víctimas de abusos sexuales por parte de 158 religiosos desde 1940 hasta la actualidad y que fueron encubiertas por las autoridades eclesiásticas. De ellos, 115 fueron reconocidos y llegaron a la justicia, pero 43 aún no han sido identificados públicamente por la archidiócesis.
“Durante décadas las víctimas de curas católicos han denunciado los abusos que han sufrido, y durante décadas la Iglesia los ha encubierto”, expuso Frosh en su moción, en la que pide presentar un informe de más de 400 páginas en el que se detallan los casos. “La Archidiócesis de Baltimore no ha sido una excepción”, indicó sobre la diócesis más antigua de Estados Unidos, donde se está celebrando precisamente la Plenaria del Episcopado esta semana.
La investigación comenzó en 2019, y para llevarla a cabo ha tenido acceso a los documentos guardados por la Archidiócesis sobre la gestión de abusos sexuales durante los últimos 80 años. Asimismo, ha llevado a cabo entrevistas a religiosos, laicos, víctimas y testigos.
“Los abusos sexuales han sido tan generalizados que las víctimas a veces informaron de abusos sexuales a curas que eran ellos mismos perpetradores”, indicó el fiscal, subrayando que pocas parroquias han conseguido no tener un cura abusador. De hecho, en 2020 había en Baltimore 139 parroquias y 391 sacerdotes. El momento en el que más sacerdotes hubo fue en 1976, con 772, para una archidiócesis que actualmente cuenta con 525.500 fieles (15,9% de la población).
El fiscal, de hecho, no ha dudado en señalar a la archidiócesis y tacharla como encubridora, especialmente en las primeras décadas del estudio. Sin embargo, una vez salía a la luz la moción de la Fiscalía, el nuevo vicepresidente del episcopado no dudaba en mostrar su dolor en un comunicado.
“Siempre consciente del dolor que soportan los sobrevivientes de abuso sexual infantil, una vez más ofrezco mis más sinceras disculpas a las víctimas-sobrevivientes que fueron dañadas por un ministro de la Iglesia y por quienes no las protegieron”, reconoce el arzobispo. “Continuaré disculpándome mientras haya personas sufriendo, y me comprometo a continuar haciendo todo lo posible para asegurar que nadie bajo el cuidado de la Iglesia sea lastimado nunca más por un representante de la misma”, añade.
“La moción presentada hoy en la corte hace referencia a más de 600 víctimas de abuso por parte de representantes de la Arquidiócesis”, continúa. “Lamentablemente, conocemos terriblemente bien la enormidad del grave daño causado a individuos, familias y comunidades enteras por nuestra experiencia pasada de nombrar públicamente a los 152 sacerdotes y hermanos que creemos que han abusado de niños”.
Asimismo, explica las diferencias entre los sacerdotes que ha reconocido la diócesis públicamente y los que no: “Sabemos que la Arquidiócesis ha declarado públicamente, después de consultar con su Junta de Revisión, que su lista no incluye los nombres de sacerdotes o hermanos que fallecieron antes de que se recibiera una sola acusación de abuso infantil, a menos que la denuncia pudiera ser corroborada por un tercero o que se hiciera una segunda denuncia contra el mismo clérigo fallecido”.
“Para algunos, la moción del Fiscal General puede ayudar a proporcionar las respuestas que han estado esperando durante años”, concluye. “Para otros, puede reabrir heridas o sentirse como un relato inadecuado o incompleto de la justicia. A todos, sin embargo, les pido que traiga alguna medida de curación de las heridas profundas causadas por el flagelo del abuso sexual infantil en la vida de la Iglesia”.