“Necesitamos instituciones y políticas más proactivas para apoyar, promover y proteger a los involucrados en el sector pesquero”, ha dicho el prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral
El prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, el cardenal Michael Czerny, ha hecho público este 21 de noviembre su mensaje con motivo del Día Mundial de la Pesca, en el que aboga por la unidad a la hora de enfrentar los problemas medioambientales.
“Me gustaría invitar a los gobiernos, las organizaciones internacionales, las pesquerías, las organizaciones religiosas y, de manera particular, las instituciones católicas como Stella Maris y Caritas, a unirse para implementar de manera efectiva las convenciones y leyes existentes y en cooperando para encontrar soluciones innovadoras para estos problemas interconectados que enfrenta el mundo de la pesca en un esfuerzo por proteger nuestra casa común”, ha escrito el purpurado en su mensaje.
Así, Czerny ha señalado que “como cada año, el 21 de noviembre marca la celebración del Día Mundial de la Pesca y representa una oportunidad para reconocer, por un lado, la enorme y a veces subestimada fuente de alimento que el mar proporciona a millones de seres humanos y, por otro, el papel, las profesiones y frecuentes penurias de todos los involucrados en la pesca y la acuicultura”.
De hecho, señala que “como la fuente individual más importante de proteína de alta calidad, el pescado es una fuente vital de alimentos para millones de personas”. “La pesca artesanal a pequeña escala y la acuicultura producen el 40% de las capturas pesqueras mundiales, lo que contribuye en gran medida a la seguridad alimentaria, la nutrición y la salud”, ha añadido.
Sin embargo, el cardenal denuncia en su mensaje que “a pesar de desempeñar un papel crucial para el bienestar y el desarrollo de muchas comunidades en todo el mundo”, el sector pesquero “está plagado de varios problemas endémicos que amenazan el desarrollo y la vida significativa de las comunidades pesqueras y, en ocasiones, la existencia misma de pesquerías”.
“Varias de estas amenazas, como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la acidificación de los océanos, son problemas globales que afectan a todos los países y océanos”, apunta. En este contexto, “la cooperación internacional puede incluso ayudar a abordar problemas localizados y a menudo rastreables, como violaciones de los derechos humanos, condiciones de trabajo deficientes e inseguras incompatibles con la dignidad humana, contaminación de mares y ríos (de hecho, muchas comunidades pesqueras dependen de un río o lago en particular como fuente de proteína, pero la contaminación amenaza incluso el agua dulce), destrucción de áreas costeras (a veces por nuevos desarrollos urbanos), métodos de pesca destructivos e insostenibles (por ejemplo, arrastre de fondo, embarcaciones “fábrica”, dinamita o cianuro), y pesca ilegal, no declarada y no reglamentada”.
Del mismo modo, Czerny señala que la pandemia del Covid-19 “nos ha enseñado que todo está conectado y que estamos en el mismo barco”. Por este motivo, “es necesario unir nuestros esfuerzos para crear una nueva conciencia social y una forma innovadora de solidaridad en la que nadie se quede atrás”. “Sin duda”, concluye, “necesitamos instituciones y políticas mejores y más proactivas para apoyar, promover y proteger a todos los involucrados en el sector pesquero así como a sus familias”.