Elegido para el cargo hace dos semanas, en marzo de 2023, Bruno Spriet comenzará su servicio como nuevo secretario general de la Conferencia Episcopal de Bélgica. Un relevo planificado que ha sido noticia mundial, ya que el nuevo responsable de este importante cargo episcopal es laico, tiene 35 años, está casado y es padre de dos hijos.
Además de tener un máster en Teología y Ciencias Religiosas por la Universidad Católica de Lovaina, así como otras formaciones de gestión en diferentes instituciones de Bélgica y Reino Unido, está vinculado a la entidad internacional Porticus, con la que ha pasado algunas temporadas colaborando en proyectos con colectivos excluidos en Perú y Bolivia.
PREGUNTA.- ¿Cómo se ha producido su elección para desempeñar este importante cargo?
RESPUESTA.- La Conferencia Episcopal de Bélgica ha buscado candidatos aptos para este nuevo reto. Desde el principio, estaban buscando laicos y laicas que conocieran bien la Iglesia, tuvieran conocimiento de administración y gerencia de proyectos y que, además, poseyeran un conocimiento teológico. En su momento recibí una llamada del actual secretario general para preguntarme si quería presentar mi currículo. Luego, los obispos son los que han discutido los candidatos. Tras muchas conversaciones, finalmente, me han nombrado. Es un verdadero honor poder servir a la Iglesia desde la fe de esta manera.
P.- El Episcopado belga tiene una serie de características que lo hacen diferente en su organización a otros. ¿Cuál será su papel dentro de esta institución?
R.- Lo característico de la Conferencia Episcopal de Bélgica es que es relativamente pequeña, con solo ocho diócesis. Los obispos se reúnen cada mes un día todos juntos para tomar las decisiones de manera colegial. Tres veces al año se cita cada uno de los grupos lingüísticos para profundizar en temas específicos y en diálogo con diferentes expertos. Una vez al año, el Episcopado se encuentra dos días en una abadía para tener un tiempo de estudio y oración. De esta manera, se aseguran también las buenas relaciones personales entre los obispos.
Muchas conferencias episcopales son más grandes y requieren por ello de una serie de procesos más burocráticos. Mi rol será preparar las reuniones, asistir en las decisiones a tomar en conjunto con el presidente y, además, asegurar la buena implementación de las decisiones que se van tomando. Como en muchas conferencias episcopales, existen comisiones especificas (vida religiosa, catequesis, diaconía…). Con el equipo de la secretaría se preparan y organizan estas reuniones. Mi función será supervisar el buen funcionamiento diario de las diferentes misiones y responsabilidades de la Conferencia Episcopal, también en relación con el Estado de Bélgica y con las peticiones que nos puedan hacer llegar desde la Santa Sede.
P.- Viene de trabajar 10 años en Porticus. ¿En qué consiste este proyecto?
R.- Porticus coordina el trabajo filantrópico de una familia católica de emprendedores de Holanda, los Brenninkmeijer. Trabaja en las áreas de fe e Iglesia, educación, ecología y sociedad, sobre los valores de la Doctrina Social de la Iglesia. Tiene once oficinas en cuatro continentes. En los últimos años, trabajé como global programme manager en el tema de fe y de Iglesia, sobre todo sobre en la cuestión de la sinodalidad. El Sínodo de la Sinodalidad del papa Francisco llama a la Iglesia a reflejar cómo en ella podríamos “caminar juntos” y unidos todo el pueblo de Dios.
Llama la atención también sobre el problema de los abusos del clero –lo que no significa que los sacerdotes sean malos– y, en esto, tenemos que pensar entre todos en cómo podríamos ser más inclusivos y participativos en la manera de ser Iglesia y de tomar decisiones. En mi trabajo he tenido el honor de trabajar estrechamente con comunidades eclesiales en diferentes partes del mundo, así que estoy bastante acostumbrado a trabajar con obispos.