“¡Cuántas cámaras! ¡Estoy un poco intimado!”. Con una sonrisa, entre nerviosa y de reconocible alegría, el nuevo secretario general de la Conferencia Episcopal Española, Francisco César García Magán, se presentaba esta mañana ante la opinión pública apenas unos minutos después de que fuera elegido por mayoría absoluta en primera votación en la Asamblea Plenaria.
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“Me presento antes ustedes con la sorpresa y la novedad de este nuevo servicio que me han encomendado los obispos”, expuso en una primera comparecencia ante los medios de comunicación en la que desveló cuál fue su desahogo nada más hacerse efectivo su nombramiento: “¡Que Dios les perdone lo que han hecho!”.
Lamentable, reprobable y condenable
En el turno de preguntas, abordó la lacra de los abusos sexuales en seno de la Iglesia, que calificó de “lamentable, reprobable y condenable”. “Un solo abuso que hubiera ya sería reprobable y execrable para la Iglesia por ese tesoro que llevamos en nuestras vasijas de barro”, explicitó en la primera intervención en la sala de prensa del Episcopado en la que no se echó balones fuera sobre el hecho de que se trate de un problema mayoritario en otros sectores de la sociedad.
Ahondando en la crisis, señaló que “la Iglesia se ha visto contaminada y manchada por ese problema social” y adelanto que “estamos trabajando en esta Plenaria sobre ese tema”: “Hay un compromiso muy serio y sin fisuras por la transparencia y la acogida. El trabajo de prevención, formación y acompañamiento que se ha hecho se va a incrementar”. Para el obispo auxiliar de Toledo, “siempre hay que estar de parte de la víctima y del que sufre. Jesucristo siempre estuvo de parte del sufriente”.
Diálogos abiertos
Sobre los vínculos con el Gobierno, García Magán apreció que “no se empieza desde cero”. “Hay diálogos abiertos en materia social y económica. Puede ser intensificable y mejorable, la Iglesia con mucho gusto colaborará”, apuntó. Eso sí, aclaró que “como marcan los estatutos de esta casa, el interlocutor máximo es el presidente, el secretario ayuda…”.
En el diálogo con los periodistas, también hubo tiempo para una autobiografía informal, en la que repaso sus orígenes madrileños, con madre toledana y padre de Sevilla: “Es una buena mezcla de genes”.
La vida en serio
“A los 60 años hay que tomarse la vida en serio”, apuntó después de repasar sus 16 años de estancia en el extranjero. “He sido diplomático, bueno o malo no lo sé. Viví cinco inolvidables años en América Latina: Nicaragua estaba mejor que ahora y Colombia está hoy mejor que antes”. De vuelta a Toledo con Antonio Cañizares como arzobispo, fue asumiendo responsabilidad tanto con Braulio Rodríguez como con Francisco Cerro.
Pero ¿el nuevo secretario general es progresista o conservador? “Yo no me etiqueto”, sentenció para devolver la pregunta a continuación: “El Evangelio, ¿es conservador o progresista?”. “Si cogemos la Doctrina Social de la Iglesia, ni siquiera el partido más radical de izquierdas se atrevería a asumir algunos temas”, explicó señalando cuestiones como la acogida de migrantes. Por otro lado, también cuestionó si por el hecho de que “se defienda la vida y se apueste por la familia se es más más conservador”.
En busca del despacho
Sobre su futuro más inmediato, aseguró que, por ahora, “es tiempo de aprender”. “No sé ni dónde está mi despacho. Cuando aterrice y me haga composición de lugar como decía san Ignacio tomaremos las medidas oportunas”, confesó. A la vez, precisó que “no tengo un proyecto personal, me uno al proyecto de Iglesia universal que tiene el Santo Padre, me adhiero de efecto y de afecto al plan de la Conferencia Episcopal”.
Sobre su capacidad de gestión, el nuevo secretario general dejó caer que “yo para el trabajo soy exigente. Me gustan las cosas bien hechas. Es el aprendizaje de la escuela diplomática”. En el aire está su continuidad como docente en San Dámaso y de sus actuales responsabilidades en Toledo. “La vida está hecha de renuncias y aceptaciones según te van marcando los tiempos”, añadió.