Francisco, en la audiencia general, propone que hay que “discernir”, incluso “cuando uno se siente consolado”, pues también hay “imitaciones”
Prosiguiendo sus catequesis semanales sobre el discernimiento, el papa Francisco ha abordado este miércoles 23, en la audiencia general, el estado del “consuelo espiritual”, siendo “una profunda experiencia de alegría interior que permite ver la presencia de Dios en todas las cosas; fortalece la fe y la esperanza, y también la capacidad de hacer el bien”.
Y es que “la persona que experimenta la consolación no se rinde ante las dificultades, porque experimenta una paz que es más fuerte que la prueba”. Ante este “gran regalo para la vida espiritual y para la vida en general”, percibimos “un movimiento íntimo que toca lo más profundo de nosotros mismos”.
Este “no es llamativo, sino suave, delicado, como una gota de agua en una esponja”, en expresión de san Ignacio de Loyola en los ‘Ejercicios Espirituales’. Un estado especial por el que “la persona se siente envuelta por la presencia de Dios, de un modo siempre respetuoso con su propia libertad. Nunca es algo fuera de tono ni intenta forzar nuestra voluntad. Ni siquiera es una euforia pasajera”.
Algo que también se percibe en los momentos de prueba y noche oscura: “Incluso el dolor (por ejemplo, por los propios pecados) puede convertirse en motivo de consuelo”. Algo que experimentaron “tantos santos y santas que fueron capaces de hacer grandes cosas, no porque se consideraran buenos y capaces, sino porque fueron conquistados por la dulzura pacificadora del amor de Dios”.
Un sentimiento de paz que “Edith Stein experimentó después de su conversión. Un año después de recibir el bautismo, escribió: ‘Al entregarme a este sentimiento, poco a poco, una nueva vida comienza a llenarme y (sin ninguna tensión de mi voluntad) a empujarme hacia nuevas realizaciones. Este influjo vital parece brotar de una actividad y una fuerza que no es mía y que, sin hacer ninguna violencia a la mía, se activa en mí”.
Desde la base de que “el consuelo es ante todo esperanza”, nos interpela a la hora de ponernos “en camino”, pues “nos permite tomar iniciativas que hasta entonces siempre habían sido pospuestas, o ni siquiera imaginadas”.
Por ello, el consuelo espiritual “no se puede ‘pilotar’, no se puede programar a voluntad; es un don del Espíritu Santo: permite una familiaridad con Dios que parece anular las distancias”.
En el fondo, se trata de sentir “una ternura hacia Dios que hace que nos atrevamos a participar en su propia vida, a hacer lo que le es agradable, porque nos sentimos familiarizados con Él, sentimos que su casa es nuestra casa, nos sentimos acogidos, amados, restaurados. Con este consuelo, no nos rendimos ante las dificultades”.
Eso sí, ha advertido Francisco, “también hay falsos consuelos”, ya que “en la vida espiritual” también “hay originales e imitaciones”. ¿El mejor modo de saberlo? Con el discernimiento desde lo más hondo del alma: “Si el consuelo genuino es como una gota en una esponja, es suave e íntimo, sus imitaciones son más ruidosas y llamativas, son fuegos de paja, sin consistencia, conducen al repliegue sobre uno mismo y a no preocuparse por los demás. El falso consuelo acaba por dejarnos vacíos, lejos del centro de nuestra existencia”.
De ahí la necesidad de “discernir”, incluso “cuando uno se siente consolado. Porque el falso consuelo puede convertirse en un peligro si lo buscamos como un fin en sí mismo, obsesivamente, y nos olvidamos del Señor. Como diría San Bernardo, se buscan los consuelos de Dios y no se busca al Dios de los consuelos. (…) Corremos el riesgo de vivir nuestra relación con Dios de manera infantil, de reducirlo a un objeto para nuestro uso, perdiendo el don más hermoso que es Él mismo”.
Además de su reflexión, el Papa ha mandado “un saludo a los jugadores, hinchas y espectadores de la Copa Mundial de fútbol en Qatar”, reclamando que “sea ocasión de encuentro y armonía entre las naciones”. También ha recordado “a las víctimas del terremoto en la isla de Java”, mostrado su “cercanía” a la población. Y, como en cada intervención suya, ha abrazado al “martirizado” pueblo de Ucrania.