El papa Francisco ha recibido hoy en el Vaticano a los miembros de la Comisión Teológica Internacional, a quienes ha querido mostrar “tres directrices para caminar en este arduo momento histórico”. De ellas, la primera –y en la que más se ha detenido– ha sido casi una advertencia: no detenerse en una tradición del “siempre se ha hecho así”.
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De esta manera, Francisco ha defendido una “fidelidad creativa a la tradición”. Y es que, la tradición, como “origen de la fe”, o “crece o se marchita”. “Alguien dijo una vez que la tradición es la garantía del futuro y no una pieza de museo”, ha señalado Francisco. De esta manera, “es lo que hace crecer a la Iglesia de abajo hacia arriba, como un árbol, desde las raíces”. Sin embargo, hay que diferenciarla del “tradicionalismo, que es la fe muerta de los vivos, que es cuando nos encerramos”.
En este sentido, el Papa ha subrayado que la tradición “nos hace movernos en esta dirección: de abajo hacia arriba, en vertical, pero hoy existe un gran peligro, que es ir en otra dirección: el retroceso”. Y es que hay quien defiende que “siempre se ha hecho así, que es mejor retroceder, que es más seguro, en lugar de avanzar con la tradición”. “Esta dimensión horizontal, como hemos visto, ha provocado que algunos movimientos, movimientos eclesiales, se queden fijos en un tiempo, en un retroceso”, ha añadido.
Asimismo, Francisco ha insistido en que el retroceso “lleva a decir que ‘siempre se ha hecho así, así que es mejor seguir así’, y eso no nos deja crecer”. Por ello, ha animado a los teólogos a pensar “en cómo pueden ayudar”, ya que allí donde se crece en vertical “crece la conciencia moral, crece la conciencia de la fe”.
Oportunidad y colegialidad
Por otro lado, la segunda directriz que ha señalado el Papa es la de la “oportunidad” de profundizar en el Evangelio, “de estar prudentemente abiertos a la contribución de las diversas disciplinas gracias a la consulta de expertos, incluidos los no católicos”.
Y, finalmente, la tercera directriz es la de la “colegialidad”, la cual “adquiere particular relevancia y puede ofrecer una contribución específica en el contexto del proceso sinodal, en el que está convocado todo el Pueblo de Dios”, tal como subraya el último documento sobre la Sinodalidad en la vida y misión de la Iglesia: “Como toda vocación cristiana, el ministerio del teólogo, además de personal, es comunitario y colegial. La sinodalidad eclesial compromete así a los teólogos a hacer teología en forma sinodal, promoviendo entre ellos la capacidad de escuchar, dialogar, discernir e integrar la multiplicidad y variedad de peticiones y aportaciones”.