El pasado 18 de noviembre se celebraba, en el Instituto Augustinianum del Vaticano, un encuentro interdicasterial en el que la Conferencia Episcopal Alemana, en Roma con motivo de la visita ad limina, se sentaban junto a los prefectos de algunos de los dicasterios vaticanos para debatir acerca del Camino sinodal alemán. Un encuentro del que, si bien los prelados germanos salieron satisfechos, no estuvo exento de dudas –e, incluso, alguna pequeña ‘bronca’– por parte de la curia.
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En el encuentro, que fue moderado por el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin –quien lo definió como “una gracia”–, intervinieron el presidente del Episcopado alemán, Georg Bätzing, y los cardenales Luis Francisco Ladaria Ferrer, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, y Marc Ouellet, prefecto del Dicasterio para los obispos, cuyas intervenciones ahora han sido publicadas por L’Osservatore Romano. Por su parte, Parolín subrayó la necesidad de seguir siendo “una familia unida”, que, a pesar de las “discusiones” continúa “amándose”. “El amor nos une sin conformarnos, nos une también en nuestras diferencias”, aseveró el secretario de Estado del Vaticano.
Tras la intervención de Bätzing, Ladaria reconoció “el esfuerzo que la Iglesia en Alemania está realizando internamente para establecer protocolos de seguridad para evitar cualquier abuso contra menores y cualquier otra forma de violencia contra adultos por parte de clérigos y en todo caso dentro de las instituciones eclesiales”. Un compromiso que, tal como señaló Ladaria, “ha encontrado su particular materialización en el Camino Sinodal lanzado en 2019 por la Iglesia que está en Alemania y que en los últimos meses está alcanzando una fase de especial importancia”.
“Ahora bien”, continuó Ladaria, “es mi tarea, como prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, presentarles a ustedes, venerables hermanos, cinco inquietudes que surgen de una lectura atenta de los textos discutidos hasta ahora dentro de vuestro Camino Sinodal”.
Cinco preocupaciones
La primera preocupación del cardenal resultó ser, más bien, una proposición, preocupado porque el Camino Sinodal no diese como resultado un texto, del mismo modo que ocurre cuando se celebran los sínodos convocados por el Papa: “¿No es acaso oportuno pensar en algo así como un documento final del Camino Sinodal o algo similar?”. Por otro lado, la segunda preocupación se refiere “a la conexión entre la estructura de la Iglesia y el fenómeno del abuso de los clérigos contra los menores y otros fenómenos de abuso”. “Desde este punto de vista, el mayor riesgo de muchas sugerencias operativas del Camino sinodal es el de perder uno de los mayores logros del Concilio Vaticano II, a saber, la doctrina clara de la misión de los obispos y, por tanto, de la particular Iglesia”, apostilló Ladaria.
En tercer lugar, Ladaria hizo referencia a la visión de la sexualidad: “La impresión generalizada que a este respecto podría surgir de la lectura de los textos del Camino Sinodal es que sobre este terreno en la doctrina de la Iglesia no hay casi nada que salvar, que todo tendría que cambiar”, reprochó a los alemanes. “¿Cómo no pensar en el impacto que todo esto tiene en tantos fieles que escuchan la voz de la Iglesia y se esfuerzan por seguir sus líneas de vida? ¿Deberían pensar que lo han hecho todo mal hasta ahora?”, preguntó.
Así, subrayó que “hubiera sido deseable, por parte de los redactores de los textos y de la Asamblea del Camino Sinodal, mayor cautela y algún avance de confianza en la visión que el magisterio ha realizado de la sexualidad en las últimas décadas”, ya que “salvaguardar el carácter constitutivamente generativo y generacional del ser humano sigue siendo una de las grandes tareas proféticas de la comunidad de creyentes en este tiempo de progresiva comercialización de la existencia humana”.
La cuarta preocupación a la que hizo referencia fue al papel de la mujer en la Iglesia y, en particular, a la cuestión del acceso de la mujer a la ordenación sacerdotal, zanjando el asunto: “Aquí encuentra su pleno sentido ese sentirse parte de un cuerpo mayor, de un cuerpo que no está desarticulado, sino de un cuerpo que, por voluntad explícita del Señor Jesús, tiene su guía en Pedro y sus sucesores”. Y, por último, subrayó su preocupación acerca del “ejercicio del magisterio eclesial y, en particular, al ejercicio del magisterio episcopal”. “En los textos del Camino sinodal queda casi olvidada la dictación de la constitución conciliar Dei Verbum y en particular la cuestión de la tradición de la fe precisamente gracias a la sucesión apostólica”.
¿Respuesta a los abusos?
Pero las palabras más duras llegaron de la mano de Marc Ouellet. Y es que, si bien se mostró consciente de que el Episcopado alemán no pretende “un nuevo cisma ni llegar a una ruptura con la comunión universal de la Iglesia”, para el cardenal “llama la atención que la agenda de un reducido grupo de teólogos de hace unas décadas se haya convertido de pronto en la propuesta mayoritaria del episcopado alemán: abolición del celibato obligatorio, ordenación de viri probati, acceso de la mujer al ministerio ordenado, revalorización moral de la homosexualidad, limitación estructural y funcional del poder jerárquico, consideración de la sexualidad inspirada en la Teoría de Género, cambios importantes propuestos al Catecismo de la Iglesia Católica, etc.”.
“Es difícil resistirse a la impresión de que la problemática de los abusos, que es muy grave, en cualquier caso ha sido explotada para transmitir otras ideas que no están inmediatamente conectadas”, apostilló Ouellet. “Evaluando las propuestas en su conjunto, tenemos la impresión de que nos enfrentamos no sólo a una interpretación más amplia de la disciplina o de la moral católica, sino a un cambio fundamental que suscita serias preocupaciones”. De hecho, para el purpurado, “parece que estamos ante un proyecto de ‘cambio de la Iglesia’ y no sólo ante innovaciones pastorales en el campo moral o dogmático”. “Desafortunadamente, debo señalar que esta propuesta global, ya ampliamente difundida en Alemania y en otros lugares, hiere a la comunión eclesial, porque siembra dudas y confusión entre el pueblo de Dios”, apostilló.
Asimismo, acusó a los alemanes de que la carta de orientación del Papa, enviada en junio de 2019, “fuera aceptada como un punto de referencia espiritual pero no realmente como una guía para el método sinodal”, lo cual “ha tenido consecuencias considerables”. “El calendario de obras, tras este desapego inicial del magisterio pontífice a nivel metodológico, ha visto crecer paulatinamente la tensión con el magisterio oficial en cuanto a su contenido”, subrayó.
“Este ejemplo simbólico, sumado a los otros cambios morales y disciplinarios deseados, pone en peligro la responsabilidad de los obispos hacia su primer ministerio y ensombrece todo el esfuerzo asambleario mencionado, que parece estar fuertemente influido por grupos de presión, y por ello es juzgado por muchos como una iniciativa arriesgada, destinada a defraudar y fracasar porque se descarriló”, añadió Ouellet.
Esperar al final del Sínodo de la Sinodalidad
En este sentido, Ouellet ha pedido una “moratoria sobre las propuestas presentadas y una revisión sustancial que se hará más tarde, a la luz de los resultados del Sínodo Romano”. “Providencialmente tenemos la oportunidad de unir perspectivas, adoptando un cambio metodológico que podría ayudar a mejorar las tesis del Camino Sinodal alemán, en el sentido de una escucha más profunda del enfoque del Papa Francisco y el Sínodo Universal de los Obispos”, señaló.
“Con el ejemplo y la enseñanza del Papa Francisco, podemos volver al espíritu de los Hechos de los Apóstoles, ofreciendo sobre todo a Jesucristo a las necesidades de cuidado y conversión de nuestro pueblo, sin esperar que sean indispensables soluciones culturales o institucionales para hacer realidad la figura de Jesús, aunque propuesta por ministros imperfectos pero confiados en la gracia y la misericordia divinas”, concluyó el cardenal, subrayando que “este es el mensaje inicial del Papa Francisco que ahora debe ser retomado y aplicado a la revisión de los resultados del Camino Sinodal”.