La Unión de Superiores Generales ha cerrado su asamblea general con una audiencia con el pontífice en la que ha invitado a los cognados a ser artesanos de la paz
La Unión de Superiores Generales (USG), ha cerrado este sábado su asamblea general. Una cita a que ha reunido a los principales responsables de las congregaciones masculinas del 23 al 25 de noviembre en la localidad italiana de Sacrofano. Una audiencia con el papa Francisco en el Aula Nueva del Sínodo ha sido el último acto. El pontífice ha reclamado que “la construcción de la paz es un llamamiento urgente que nos concierne a todos y “de manera especial a las personas consagradas”.
Este llamamiento del pontífice está en sintonía con el lema de la reunión que ha sido: “Llamados a ser artesanos de la paz”. Francisco, que ha dejado de lado su discurso escrito reflexionó sobre la paz dada por Dios a la humanidad “que nos hace sentir a todos como hermanos” no es “una situación de no guerra o de fin de guerra, un estado de tranquilidad y de bienestar”. Pata él, añadió, la paz es “el fruto de la caridad, nunca es una conquista del hombre”, “es el conjunto armonioso de las relaciones con Dios, con uno mismo, con los demás y con la creación”.
Una paz, prosiguió que “es también la experiencia de la misericordia, del perdón y la benevolencia de Dios, que nos hace capaces a su vez de ejercer la misericordia, el perdón, rechazando toda forma de violencia y opresión”. Por ello, reclamó que construir la paz es “un oficio, que hay que hacer con pasión, paciencia, experiencia, tenacidad, porque es un proceso que se prolonga en el tiempo. La paz no es un producto industrial, sino un oficio. No se hace mecánicamente, necesita la hábil intervención del hombre. No se construye en serie, solo con el desarrollo tecnológico, sino que requiere el desarrollo humano. Por eso los procesos de paz no pueden delegarse en los diplomáticos o en los militares: la paz es responsabilidad de todos y cada uno“.
Por ello invitó a los religiosos a comprometerse a sembrar la paz con “acciones cotidianas con actitudes y gestos de servicio, fraternidad, diálogo, misericordia” y a rezar sin cesar en las comunidades para obtener de Jesús el don de la paz. “Cuando todos contribuyen cumpliendo su deber con caridad, hay paz en la comunidad. El mundo también nos necesita a los consagrados como artesanos de la paz“, insistió a los consagrados.
En clave sinodal, Francisco reclamó que se revise “la forma de ejercer el servicio de la autoridad”. “Hay que vigilar el peligro de que degenere en formas autoritarias, a veces despóticas, con abusos de conciencia o espirituales que también son terreno abonado para los abusos sexuales, porque ya no se respetan las personas y sus derechos. Y además, se corre el riesgo de que la autoridad se ejerza como un privilegio, para quien la ostenta o para quien la apoya, por tanto también como una forma de complicidad entre las partes, para que cada uno haga lo que quiera, favoreciendo así paradójicamente una especie de anarquía, que tanto daño hace a la comunidad”, insistió de forma directa Bergoglio.
Francisco reclamó “que el servicio de la autoridad se ejerza siempre con estilo sinodal, respetando el derecho propio y las mediaciones que éste prevé, para evitar el autoritarismo, los privilegios y el ‘dejar hacer’; favoreciendo un clima de escucha, de respeto al otro, de diálogo, de participación y de compartir”. Además, comentando los procesos de reorganización y reconfiguración de las congregaciones propuso como principio que se salvaguarde la comunión “para no reducirlo todo a la amalgama de circunscripciones, que luego pueden resultar poco manejables o motivo de conflicto”. El Papa deseó que los superiores realicen estos procesos “con serenidad y fecundidad”.