Del 22 al 24 de noviembre, la Iglesia colombiana celebró el IX Congreso Nacional de Reconciliación, espacio que reunió a agentes pastorales, líderes sociales y autoridades locales de todo el país.
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Bajo el lema ‘Abriendo caminos de diálogo y esperanza’ reflexionaron sobre los aportes que hace la Iglesia para la reconciliación, el diálogo y la paz a la luz del Evangelio y la doctrina social de la Iglesia.
Este congreso fue organizado por la Conferencia de obispos de Colombia, en articulación con Cáritas, Comisión de Conciliación Nacional (CCN) y la delegación para las relaciones Iglesia – Estado, que coordina Héctor Fabio Henao.
Evangelizar la sociedad
Juan Carlos Barreto, obispo de Soacha y vicepresidente del Episcopado, ha indicado que la Iglesia es “una organización que fundamentalmente está animada por el espíritu de evangelización. Evangelizamos los diferentes aspectos del mundo: la educación, la salud, la política y por eso la Iglesia no puede ser ni politizada, ni despolitizar”.
Por ello, la acción evangelizadora “tiene que ir en la perspectiva de evangelizar la sociedad, la economía, la política, la cultura y aquí nos quedan unas tareas para las jurisdicciones eclesiásticas, para las provincias eclesiásticas, para las regiones del país, que nos articulemos para que no quedemos aislados”.
Entre los aspectos que ha destacado Barreto para la construcción de la paz, están “la defensa de la vida en todas sus expresiones; la identidad propia; el discernimiento comunitario bajo la acción del Espíritu Santo; el diálogo y amistad social”.
También mencionó “el compromiso de todos los sectores eclesiales; la complementariedad entre las orientaciones de la Conferencia Episcopal y los planes de pastoral de las jurisdicciones eclesiásticas la formación de agentes de pastoral en Doctrina Social de la Iglesia”.
Caso de Buenaventura
Una de las zonas más afectadas por el conflicto es Buenaventura, por ello, su obispo, Rubén Darío Jaramillo, mira con esperanza este encuentro, porque a pesar de que la ciudad que pastorea está entre las 13 más peligrosas del mundo, “muchos de los actores armados se cansaron de la guerra”.
Señaló que la Iglesia ha fungido de facilitadora del diálogo entre los actores en conflicto desde septiembre para que las autoridades puedan atender a los pedidos que están haciendo y se les respete la vida.
De hecho, “estamos en una etapa exploratoria antes de iniciar las mesas de negociación y de atención social. Como obispo mi papel ha sido de acompañante, de facilitador, de gestor de paz para que estos dos grupos (los Shottas y Espartanos), puedan sentarse en la misma mesa”.
Para el prelado resulta clave “crear confianza para que estos enemigos históricos en el territorio hayan decidido parar la guerra, sentarse en la misma mesa sin agredirse y tratando de encontrar intereses comunes para construir una sociedad donde ellos puedan ser parte de la solución y no del problema”.
Foto: CEC