El papa Francisco se ha sumado al Foro Internacional de la Acción Católica que se ha celebrado en línea este fin de semana del 26 y 27 de noviembre. El pontífice se ha sumado con un mensaje a partir del tema que ha guiado las jornadas: “Durante el Sínodo, en un mundo herido, con todos y por todos”. Francisco recordó al cardenal argentino Eduardo Pironio como iniciador de esa iniciativa “para que la vida de la Acción Católica contribuyera al desafío de la nueva la evangelización, enriquecida con la peculiaridad de cada lugar y cultura”.
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Pueblo en camino
“Las secuelas sociales de la pandemia, así como las personales, siguen marcando el ánimo y la mirada frente a la vida y el futuro de muchos”, advirtió el Papa que señaló que “en ciertos ámbitos se ha reavivado el individualismode una salvación a medida; sin olvidar el azote de la violencia entre países y hermanos que van socavando el deseo de una fraternidad universal”. “Sin embargo, las épocas difíciles pueden ser desafiantes y convertirse en tiempos de esperanza”, propuso.
A esto se añade, prosiguió el Papa que “como Iglesia estamos transitando un tiempo en el cual necesitamos que el espíritu sinodal se vaya arraigando en nuestro modo de ser Iglesia; esto significa el ejercicio de caminar juntos en la misma dirección”. “Estoy convencido de que es lo que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio. Que retome la conciencia que es un pueblo en camino y que debe hacerlo junto”, reclamó. Y pidió a los participantes que “con espíritu sinodal necesitamos aprender a escucharnos, reaprender el arte del hablar con el otro sin barreras ni prejuicios, incluso y de un modo particular, con quienes están fuera, en el margen, para buscar la cercanía, que es el estilo de Dios”.
La fuerza de la escucha
A los nuevos responsables del movimiento, Bergoglio les incitó “a ser hombres y mujeres de la escucha. Anhelo que no sean ‘dirigentes’ de escritorio, de papeles o de Zoom, y que no caigan en la tentación del estructuralismo institucional que planifica y organiza desde estatutos, reglamentos y propuestas heredadas, que fueron buenas y útiles en su momento pero que quizás hoy no sean significativas”.
“Escuchen a los hombres, mujeres, ancianos, jóvenes y niños concretos, en sus realidades, en sus gritos silenciosos expresados en sus miradas y en sus clamores profundos”, insistió. “Tengan el oído atento para no dar respuestas a preguntas que nadie se hace ni decir palabras que a nadie le interesa escuchar ni sirven. Escuchen con oídos abiertos a la novedad y con un corazón samaritano”, propuso.
Francisco también les pidió que “escuchen los latidos de los signos de los tiempos, la Iglesia no puede estar al margen de la historia, enredada en sus propios asuntos, manteniendo inflada su burbuja”. “Necesitamos ser una Iglesia vitalmente profética, desde los signos y los gestos, que muestren que existe otra posibilidad de convivencia, de relaciones humanas, de trabajo, de amor, de poder y servicio”, recalcó. También propuso “escuchar la voz del Espíritu”. “Mientras que el espíritu mundano nos presiona para que sólo nos concentremos en nuestros problemas e intereses, en la necesidad de ser relevantes, en la defensa tenaz de nuestras pertenencias y de grupo, el Espíritu nos libra de obsesionarnos con las urgencias, y nos invita a recorrer caminos antiguos y siempre nuevos: los del testimonio, la pobreza y la misión, para liberarnos de nosotros mismos y enviarnos al mundo”, concluyó.