Ya está a la venta el último libro del papa Francisco, una selección de las reflexiones del pontífice sobre los evangelios del domingo del nuevo ciclo litúrgico editado por la Libreria Editrice Vaticana. La obra, que se venderá en italiano a partir de hoy, está prologada por el cardenal Matteo Maria Zuppi, arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana.
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El Dios del servicio
El cardenal define a Dios como “el Dios del servicio” a partir de las palabras del Papa denunciado que “solemos pensar que somos nosotros los que servimos a Dios. No, es él quien nos ha servido gratuitamente, porque nos ha amado primero. Es difícil amar sin ser amado. Y es aún más difícil servir si no nos dejamos servir por Dios”. “Estás sirviendo, pero no eres un siervo. Servir es el arte supremo”, dice el personaje de la película ‘La vida es bella’.
Con este horizonte, Zuppi resalta que “Dios nos sirve y nos salva. Con gratuidad, sin echarnos en cara nuestros pecados, nuestros errores, nuestras distancias: Dios nos ha salvado, nos salva gratuitamente”. “El Evangelio tiene una fuerza que llega a todas las personas, genera fraternidad y libera de la prisión del egoísmo. Este poder se convierte en acogida, sensibilidad, gratuidad, lazos de amor que unen a personas que de otro modo estarían alejadas, a menudo incluso enemigas unas de otras”, apunta el cardenal.
La cruz y el amor
“Una vida comprometida con los demás y sus problemas se encuentra necesariamente con la cruz”, prosigue. Para Zuppi “la cruz no es un accidente en el camino cristiano, sino la contraevidencia de que realmente seguimos las huellas de Jesús”. Por eso invita a “abrir los ojos y descubrir a tantas personas que no sólo se aman a sí mismas, sino que han abierto su corazón, en su vida cotidiana, al dolor y a las alegrías de los demás”.
“Los cristianos tienen este deber: vencer el mal y la muerte porque han recibido la vida, la vida eterna, que se despliega en la generosidad del tiempo y en la solidaridad que no traiciona”, añade en su introducción al libro avanzada por La Stampa. “Abramos nuestros corazones al poder desarmante de la Palabra de Dios. Dejémonos interpelar por la sencillez evangélica con la que Francisco sacude un evangelio reducido a un consuelo tranquilizador o a una bendición mediocre y consoladora de nuestro individualismo. Dejémonos herir por el amor tierno y fuerte de Cristo”, concluye.