“El mayor acto de fe que puede hacer la Iglesia -después de haber orado y hecho todo lo posible para evitar o detener los conflictos- es someterse a Dios con un acto de total confianza y sereno abandono, repitiendo con el Apóstol: ¡Yo sé en quién he puesto mi confianza!: Scio cui credidi. Porque Dios nunca retrocede para hacer caer al vacío a quien se arroja en sus brazos”. De esta manera profundizaba en el concepto de la fe el cardenal Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, en la primera de la tradicional predicación de Adviento para el Papa y los miembros de la Curia Romana.
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Las predicaciones de este año, tal como ha apuntado Cantalamessa en su discurso, recogido por Vatican News, se centrarán en las virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad, que “son el oro, el incienso y la mirra que nosotros, los Reyes Magos de hoy, queremos llevar como regalo a Dios que ‘viene a visitarnos desde lo alto’”.
“Con la venida de Cristo, se da un salto cualitativo en cuanto a la fe. No en la naturaleza de la misma, sino en su contenido”, ha señalado Cantalamesa, porque “ahora ya no se trata de una fe genérica en Dios, sino de la fe en Cristo nacido, muerto y resucitado por nosotros”. “La fe cristiana, por tanto, no consiste sólo en creer en Dios; consiste en creer también en aquel a quien Dios ha enviado”, ha continuado.
¿Salvación fuera de la Iglesia?
En este punto, indicó Cantalamessa, surge una pregunta muy actual: si la fe que salva es la fe en Cristo, ¿qué pensar de todos aquellos que no tienen posibilidad de creer en él? “Ya no prima el axioma tradicional de que fuera de la Iglesia no hay salvación”, ha asegurado, subrayando que, de hecho, “desde hace algún tiempo existe un diálogo entre religiones basado en el respeto mutuo y el reconocimiento de los valores presentes en cada una de ellas”.
“En la Iglesia católica”, ha explicado, “el punto de partida fue la declaración “Nostra aetate” del Concilio Vaticano II, pero una orientación similar es compartida por todas las Iglesias cristianas históricas. Con este reconocimiento, se ha afirmado la convicción de que incluso las personas fuera de la Iglesia pueden salvarse”.
“La razón principal de nuestro optimismo no se basa, sin embargo, en el bien que pueden hacer los adherentes a otras religiones, sino en la ‘gracia multiforme de Dios’”, ha apuntado el cardenal, reconociendo que “a veces siento la necesidad de ofrecer el sacrificio de la Misa precisamente en nombre de todos los que se salvan por los méritos de Cristo, pero no lo saben y no pueden agradecerle. La liturgia también nos insta a hacerlo. En la Plegaria Eucarística IV, a la oración por el Papa, el obispo y los fieles, se añade una oración por todos los que te buscan con corazón sincero”.
“Dios tiene muchas más formas de salvar de las que podemos pensar”, ha asegurado el purpurado, señalando que uno de estos medios “extraordinarios” de salvación es el sufrimiento. “Después de que Cristo lo tomó sobre sí y lo redimió, él es también, a su manera, un sacramento universal de salvación”, añadió.
La fe, como el WiFi
Por otro lado, Cantalamessa ha apuntado que “el gran reto que la fe tiene que afrontar en nuestra época no proviene tanto de la filosofía, como en el pasado, sino de la ciencia”. Y, haciendo alusión a una noticia de hace unos meses de un telescopio que fue lanzado al espacio para observar el cosmos después del Big Bang, afirmó que “seríamos insensatos e ingratos si no participáramos del justo orgullo de la humanidad por este, como por cualquier otro descubrimiento científico”.
“Hacemos estas reflexiones sobre la fe y la ciencia no para convencer a los científicos no creyentes, sino para confirmarnos a los creyentes en la fe y no ser perturbados por el clamor de voces contrarias. Es la misma finalidad por la que San Lucas le dice al “ilustre Teófilo” que escribió su Evangelio: Para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido”, apuntó.
Y es que, tal como ha afirmado Cantalamessa, “la fe es el único criterio capaz de relacionarnos correctamente, no sólo con la ciencia, sino también con la historia. Dios no resuelve el enigma de la historia, pero nos pide que confiemos en él y en su justicia, a pesar de todo. La solución no está en el cese de la prueba, sino en el aumento de la fe”.
“Hoy en día se hace mucho uso de la transmisión inalámbrica (WiFi). También la fe se transmite preferentemente de esta manera: sin ataduras, sin muchas palabras y argumentos, sino a través de una corriente de gracia que se establece entre dos personas”, ha dicho el predicador de la Casa Pontificia, animando, finalmente, a ir “al encuentro de Cristo que viene, con un acto de fe que es también promesa de Dios y por tanto profecía: ‘El mundo está en manos de Dios y cuando, abusando de su libertad, el hombre haya tocado el fondo, él intervendrá para salvarlo’ ¡Sí, intervendrá! Por eso vino al mundo hace dos mil veintidós años”.