“Con Jesús siempre existe la posibilidad de volver a empezar. ¡Todo el tiempo! Él nos espera y nunca se cansa de nosotros”. Con estas palabras, el papa Francisco daba lugar al rezo del ángelus este segundo domingo de Adviento. Un domingo en el que, como ha recordado el Pontífice, la liturgia habla sobre Juan el Bautista y cómo era su forma de vida.
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“En realidad el Bautista, más que un hombre duro, es un hombre alérgico a la duplicidad. Por ejemplo, cuando los fariseos y saduceos, conocidos por su hipocresía, se le acercan, ¡su ‘reacción alérgica’ es muy fuerte! De hecho, algunos de ellos probablemente acudieron a él por curiosidad o por oportunismo, porque Juan se había vuelto muy popular”, ha explicado Francisco.
Así, la figura del Bautista advierte de que “la hipocresía es el peligro más grave, porque puede arruinar incluso las realidades más sagradas”. Por eso, Juan, como ha señalado el Papa, “al igual que Jesús, es duro con los hipócritas, para sacudirlos”. En cambio, “los que se sentían pecadores corrían a él y, confesando sus pecados, eran bautizados. Es así: para acoger a Dios, lo que importa no es la habilidad, sino la humildad; hay que bajar del pedestal y sumergirse en el agua del arrepentimiento”, ha insistido Francisco.
Quitarse la máscara
Por ello, Juan, “con sus reacciones alérgicas, nos hace pensar” sobre si “no somos también a veces un poco como esos fariseos”. “Tal vez menospreciemos a los demás, pensando que somos mejores que ellos, que llevamos la vida en nuestras manos, que no necesitamos a Dios, a la Iglesia, a nuestros hermanos y hermanas todos los días”, ha señalado.
“El Adviento es un tiempo de gracia para quitarnos la máscara y hacer cola con los humildes; liberarnos de la presunción de creernos autosuficientes, ir a confesar nuestros pecados y aceptar el perdón de Dios, pedir perdón a los que hemos ofendido. Así comienza una nueva vida”, ha apostillado el Papa, recordando que “el único camino” es el de la humildad: purificarnos del sentido de superioridad, del formalismo y de la hipocresía, para ver en los demás hermanos y hermanas, pecadores como nosotros, y en Jesús al Salvador que viene por nosotros”.