“Esta tercera guerra mundial en curso nos hace tomar conciencia de que la renovación viene desde abajo, donde las relaciones se viven con solidaridad y confianza”, ha afirmado Francisco al Movimiento Obrero Cristiano
El papa Francisco ha recibido este viernes en el Vaticano en audiencia al Movimiento Obrero Cristiano, con motivo del 50 aniversario de su fundación. Una fecha que, para el Papa, “es también un tiempo para mirar con realismo la propia historia, hecha de tanta gratuidad y también de mucho trabajo en el testimonio cristiano”.
“Es importante no entregarse a formas autocelebrativas, sino reconocer la acción del Espíritu Santo en los pliegues de vuestra historia, no tanto en los hechos llamativos, sino más bien en los humildes y cotidianos”, ha señalado Francisco. Por eso, ha señalado que “este aniversario puede ayudarles a caminar en dos direcciones: una obra de purificación y una nueva siembra”.
Y es que, tal como ha apuntado Jorge Mario Bergoglio, “la purificación siempre es necesaria. Somos pecadores y necesitamos misericordia como el aire que respiramos”, porque “la voluntad de convertirse, de dejarse purificar, de cambiar de vida, de cambiar de estilo, es signo de valentía, de fuerza, no de debilidad”. Se trata, de hecho, “de acoger la novedad del Espíritu sin poner obstáculos: dejar que los jóvenes encuentren espacio, que se guarde y se comparta el espíritu de gratuidad, que la iniciativa de los comienzos no se pierda prefiriendo opciones tranquilizadoras que no ayuden a experimentar la novedad de los tiempos”.
Al mismo tiempo, es conveniente comenzar con una “nueva siembra”, porque “mientras celebramos, debemos mirar hacia delante, porque el periodo difícil que estamos viviendo así lo requiere”. “La pandemia y la guerra han vuelto oscuro y pesimista el clima social”, ha reconocido, pero, a la vez, “nos llama a ser sembradores de esperanza”.
Por otro lado, el Papa ha animado al Movimiento Obrero a comprometerse aún más con el tema del trabajo. “Ustedes son un movimiento de trabajadores y pueden ayudar a traer sus preocupaciones dentro de la comunidad cristiana”. “Es importante que los trabajadores estén en casa en parroquias, asociaciones, grupos y movimientos; que sus problemas se tomen en serio, que se escuche su llamado a la solidaridad”, ha aseverado.
De hecho, para el Papa, “el trabajo una fase de transformación que debe ser acompañada”, ya que “las desigualdades sociales, la pobreza familiar por falta de trabajo o trabajo mal pagado son realidades que deben ser escuchadas en nuestros ambientes eclesiales. Son más o menos formas de explotación: llamemos a las cosas por su nombre”.
“De la parábola evangélica de los trabajadores llamados a diferentes horas del día aprendemos que cada estación de la historia, como cada hora del día, es el momento adecuado para dar la propia contribución y tratar de ofrecer una respuesta”, ha continuado Francisco. “Nadie debe sentirse excluido del trabajo”, por lo que ha animado a la asociación a que no falte su compromiso “para promover el trabajo de la mujer, para favorecer la entrada de los jóvenes al trabajo, con contratos dignos y que no pasen hambre, para salvaguardar tiempos y respiros para la familia, para el voluntariado y para el cuidado de las relaciones. ¡Por favor, rechace todas las formas de explotación!”
Asimismo, ha animado a seguir “más aún” la Doctrina Social de la Iglesia, ya que “los principios de solidaridad y subsidiariedad, correctamente combinados, son la base de una sociedad que incluye, no descarta a nadie y fomenta la participación. Sin subsidiariedad no hay verdadera solidaridad, porque se corre el riesgo de no dar voz a las capacidades y talentos que afloran en los órganos intermedios. Las familias, las cooperativas, las empresas, las asociaciones son el tejido vivo de la sociedad. Darles espacio y voz significa liberar energías para que el bien común sea fruto del compromiso y la solidaridad entre todos”.
Por último, el Papa ha instado a que “esta tercera guerra mundial en curso nos hace tomar conciencia de que la renovación viene desde abajo, donde las relaciones se viven con solidaridad y confianza. No nos dejemos robar el coraje de nuevos comienzos de reconciliación y fraternidad”.