Para el cardenal arzobispo de México, Carlos Aguiar Retes, “es posible que lo que hasta ahora parece imposible, que es lograr una fraternidad humana, se impulse desde el amor de nuestra Madre”. Con estas palabras, el purpurado abría el ‘Seminario Internacional de Generación Guadalupe 2031’, promovido por la Academia de Líderes de Latinoamérica y que celebró hoy en modalidad virtual. Este encuentro, que cuenta con el respaldo de Vida Nueva, reunió a las voces más destacadas de la Iglesia del continente con el fin de profundizar sobre el Acontecimiento Guadalupano y sus implicaciones a nivel eclesial y social. Entre ellos, el actor Antonio Mauri Villariño, y Elisabeth Roman, presidenta del Consejo Nacional de Pastoral Hispana en los Estados Unidos.
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Como anfitrión de la jornada, Aguiar defendió abogó por una religiosidad popular que apuesta por “el mestizaje” desde lo que ha supuesto a lo largo de los siglos el abrazo entre “la cultura de los pueblos indígenas” y “la cultura procedente de España”. Frente a las guerras, la discriminación y la desigualdad provocada por las clases sociales, el purpurado reivindicó el mensaje de Guadalupe como una invitación para promover “la conciencia de ser familia”.
Al humilde y desamparado
Por su parte, el cardenal Paulo Cezar Costa, arzobispo de Brasilia, puso su mirada en la Guadalupana para presentarla como “la primera evangelizadora de América”. Desde esta perspectiva, reconoció a María como aquella que se dirige “al humilde y al desamparado”, haciendo “brillar la cultura del pueblo, no como algo que viene impuesto desde fuera sino como una llamada a la armonía”.
En esta misma línea, Liliana Franco, presidenta de la Confederación Latinoamericana de Religiosos (CLAR) reivindicó a La Morenita como “la Madre del Pueblo, la que siempre está presente, puesto que en ella se da la plenitud de un encuentro que da cauce a la misericordia”. “Es un abrazo divino a lo radicalmente humano”, ensalzó al detenerse en su encuentro con Juan Diego, destacando cómo la Virgen quiso acercarse a un laico, pobre e indígena para darle su respaldo.
Un nuevo Pentecostés
Otro de los momentos centrales de la sesión fue la ponencia de Rogelio Cabrera, presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, que se detuvo en la vigencia actual de aquel 12 de diciembre de 1531, cuando la Virgen María se apareció en el cerro del Tepeyac. “En Guadalupe hay un nuevo Pentecostés, una nueva actualización del Evangelio”, defendió el arzobispo de Monterrey, que subrayó que “el sentimiento de comunión eclesial es en sí un milagro”.
En su intervención, José Antonio Rosas Amor, director general de la Academia Latinoamericana de Líderes Católicos, reivindicó el jubileo guadalupano de 2031, “no solo como un acontecimiento religioso, sino también histórico. Hablar de América Latina es confirmar que la fundadora del continente es Nuestra Señora Guadalupe”.
Levantar la mirada
Aterrizando en la actualidad, expuso que “pareciera que América se incendia y emergen peligros de gobiernos populistas, en la confrontación y en la polarización, pero tenemos que levantar la mirada para que seamos la generación Guadalupe”. “Tenemos nueve años para prepararnos”, alentó a los presentes, con el fin de configurar “una generación de americanos que cambien el rostro al continente”.
Siguiendo esta estela, Rodrigo Guerra López, secretario de la Pontificia Comisión para América Latina, reconoció que el continente vive “enormes tensiones”. “La enemistad y el extremismo no son católicos”, aseveró, a la vez que propuso la necesidad de promover “un pacto interior de la fraternidad guadalupana”.
“Es necesario que en todos los países dejemos de lado nuestras divisiones y fracturas históricas para avanzar en una agenda cultural y social con una Iglesia capaz de cooperar con todos”, planteó Guerra. “Que jamás los latinoamericanos nos veamos como enemigos”, insistió. Como broche del encuentro, se dio a conocer un nuevo himno a la Guadalupana compuesto por el cantautor y productor Luis Alfredo Díaz Britos.